Meditación

Alas y raíces
en el centro
cuando me encuentro
dentro y fuera de mí.





Hermes Tres Veces Grande

La muerte no tiene nombre ni materia
hay un viaje galáctico
teletransportación
voy sobre el amor de colores nunca vistos
con mi risa despiertan ritmos violetas
siembro una semilla de espinas luminosas
¿cómo conoceré la belleza sino grité antes de oscuridad?
soy un puñado de consciencia cósmica
me doy cuenta de la perla que me habita
en una red
tantos espejos
mis labios ahora una constelación
plegaria correspondida
mis centros y mis espacios, antiquísima energía.

La muerte no sabe de nosotros.


Carta XIII

La piel es el límite con el afuera. Soy esta, no eso, ni aquello, mi piel limita, me da identidad. Su sensibilidad me permite saber rápidamente si algo hiere, quema o acaricia, da placer. Aún así, para algunos, para muchos, es fácil mezclarse, perderse a sí mismo con lo que recibo de afuera. Y podemos, entonces, cargar aspectos que no son propios, sino de otros. Hasta -es obvio- desde el nivel energético. Un camino posible es la reclusión. Pensándola positivamente. Me alejo del mundo para acercarme a mi centro. Discrimino, transmuto, aprendo. Esa es la verdadera alquimia. La tarea de los alquimistas tiene que ver con elevar lo vulgar para transformarlo en noble. Figuras de las que se vale el I Ching para acompañarnos (en el caso de consultarlo como oráculo) en la observación y toma de conciencia de la situación que estamos atravesando y algunas veces, nos permite anticiparnos para darnos cuenta en qué puede transformarse la semilla si actuamos de tal o cual manera (líneas viejas, mutables). También el Tarot de Marsella nos ofrece el mismo camino. Arquetipos como seres que nos habitan, la elección de alimentar los aspectos de nuestra personalidad que queremos. La meditación, cuya búsqueda es el estado incapaz de enunciarse -que es alcanzado en el silencio o en otras instancias- es la gran vía para reconocer las puertas que nos anclan al organismo. Para atraversarlas intensamente. Al menos en la propuesta de las meditaciones activas -OSHO-. Dolor, tristeza, bronca, éxtasis. Meditaciones que no impulsan el control sino la trascendencia del control, la apertura sin resistencia, acrecentando al observador, quien mira como espectador la película, vasta, cambiante, de nuestros pensamientos. El observador no juzga ni se mete ni lucha con las ideas, sólo deja que pasen. El organismo nos da respuestas. El funcionamiento y características de los órganos y los sistemas que conforman, también son puertas frente la enfermedad. Amorosos mensajes que el cuerpo nos envía -Enfoque Holístico de la Salud y la Enfermedad-. Volviendo al eje de mi texto, tomo otra vez, la piel. Y puedo decir: mi piel emocional. Aquella que por este momento necesito preservar, mimar, curar, reconocer sus mensajes, para saber que la transmutación es posible. De mi piel para adentro, mi ser genuina. Ser cambiante como las aguas pero constante y poderoso como las raíces. Necesarias para que los vuelos no puedan confundirme, para que la Kundalini ascienda sin trabas ni límites hasta mi Chakra Coronario, y desde ahí, la conexión con la totalidad que soy y la totalidad de la que soy parte. Adjunto la Carta Sin Nombre, número XIII, la Gran Transformación. El Hades del Tarot. Plutón. Me fui por las ramas mientras escribía. Y bueno, sale como sale.