Meditación

Alas y raíces
en el centro
cuando me encuentro
dentro y fuera de mí.





Locas y locos

OSHO manifestaba que un loco es quien teme al mundo demasiado. Conocí locos de ternura y algunos locos de rabia. Los cigarrillos como tesoros inmediatos. Los amantes que conocieron el milagro entre los muros. Las amistades que cantaban vida. Las y los enfermeros decían: medicación en lugar de meditación. Siempre me alertó eso. Mi organismo mentido por puñados de pastillas. Las cintas de contención por dolor o por bronca. Los neuropsiquiátricos no son como los de Hollywood. Nunca la esperanza nos hizo vecinos del desconsuelo. Cuando alguien, finalmente, era dado de alta la alegría se comía cualquier hechizo empinado. Eran mesetas donde el extrañar y la dicha eran patria de todos y todas. También vi sangre. También fui contenida por dolor y nervios. Las pichicatas eran propiedad de las rebeldías o las rebeldías sin causa. Un Palo Borracho nos abrazaba. Entre la tierra y el pasto encontré el camino amarillo, al final tenés que pedir un deseo. Dios sabe del mío. Eso alcanza. Siempre alcanza. Y el árbol torcido, que obligaron a ser recto y se rebeló a su forma amorosa y combativa. Las salidas transitorias como tesoro hallado en lo queda del templo de Salomón. Más tarde, al salir, la discriminación, la exclusión, el miedo. El “no te quedes con la loca o/y el loco”. Tal vez la sensibilidad nos jugó una mala pasada. Quizá transitar el sistema capitalista fue la escarcha que nos llevo al miedo. Siempre es un quizá. Para cada quien, una verdad. Pero hay algo certero: llevamos con dignidad nuestra locura. A pesar de las mareas turbulentas.


Vincent