Meditación

Alas y raíces
en el centro
cuando me encuentro
dentro y fuera de mí.





Noche de San Juan

Vela azul para el Fuego
sal y limón para la Tierra
sahumerio verde para el Aire
cuenco para el Agua
rosario blanco y tres perlas
intensión debajo de la almohada
dormiré temprano
las verdades también
se revelan en los sueños
los elementales, los ángeles
Dios ve mi corazón
mi tempestad y mi valentía
invoco mujeres lunares
la noche convoca
el lobo y el perro protegen
el cangrejo es hogar
en el estanque 
mi cara es la misma
que voy descubriendo 
descalza
a fuerza de semilla
pantano
Loto
descalza
en mi deseo para el mundo. 


Nardo

Si el mundo, cada ser, cada vínculo, cada fuerza del péndulo, es mi reflejo; quiero quebrar todos los espejos. No ver el miedo, los jinetes, los jueces, los avaros. O aún con ellos en las costillas, saltar. Soy yo misma. Pero quizá una red de perlas que se miran entre sí está esperando. El azul de la intuición y el verde de la vida eterna. Purificación que sólo podrá mi estrella. Agua sobre mis selvas y sobre mis desiertos. Un ibis como símbolo egipcio del alma, una flor como cuerpo pasajero. Soy tan pequeña en el firmamento. Sé tan poco. Mi carnero avanza, a veces se golpea. Pero el fuego que lo habita alumbra virtudes y vicios. Da calor y cauteriza. En el templo, donde la Sacerdotisa, aprendí a callar. Discreción y humildad convoca su ritual. Seguiré a pasos lentos. Cautelosos y valientes. Necesito, quiero ver en los ojos de mi oscuridad. Las sombras pueden transformarse en aliados y portal. Me inicio para parirme a mí misma. Mientras la Luna Nueva entrega un nuevo secreto, una flor de Nardo, frágil y envolvente.