Meditación

Alas y raíces
en el centro
cuando me encuentro
dentro y fuera de mí.





El camino de las Copas

Valentía. Quizá es mi fe. Mi creencia o mi confianza. Algo se estremece dentro de mí. Se inicia. Tengo que elegir. En ese cáliz se esconde mi esperanza. Un corazón noble que busca colorear el mundo, templar mi pensamiento, rendirme a la belleza. Delante de mí, un compañero. En sus ojos encuentro la urgencia de la unión. Y alzamos las copas, sentimos el fulgor que el calor otorga. Y luego, la abundancia, celebramos a la Tierra y su bondad, tres mujeres en el compañerismo necesario para avanzar con alegría hacia las raíces y las plumas. Pero las emociones son un océano. Cambiante. Observo a un hombre incapaz de agradecer, de leer las señales del firmamento, observa lo vacío, incapaz de Darse Cuenta que sólo a unos metros, la providencia lo asiste. Y más allá, un hombre de capa negra, el dolor intenso, tal vez el duelo, la herida, patria de cualquier ser humano. Pero “en las grietas está Dios, que acecha”1. Más allá, si bien la mente es traicionera, a veces el brillo de un recuerdo dulce es capaz de aliviar. Como lirios expectantes por recibirme, aquellas fotos luminosas que la memoria atesora. Y seguiré soñando, y alcanzaré mis sueños, mi voluntad y mi poder hacia allí se orientan. Pero sé: necesito comenzar a caminar, pasos lentos y seguros, la introspección capaz de alumbrar virtudes y vicios. Sigo mi intuición. Voy por mi transformación, con humildad. Arribo al final del camino, el banquete, espero a mis compañeros que auxilian, aconsejan, aman, compartimos las vivencias que cada quien elige. Y finalmente, la realización, mis emociones en equilibrio, integradas a mis pensamientos, deseos, acciones. Siento mi vida que se expande en el amor y la certeza de que el cielo y su misterio, acompañaron en mi peregrinación. Valentía.  




1. "Para una versión del I King", poema de Jorge Luis Borges. 

Casa astrológica XII

La última Morada, correspondiente al signo de Piscis. 

No puedo evitar pensar en El Colgado, Carta XII, del Tarot Marsellés. Arcano del sacrificio por amor, la unión con Dios, la parada que implica la asimilación necesaria después de intensa peregrinación, que continúa hasta la Carta XXI.

También recuerdo las doce tribus de Israel, los doce apóstoles de Jesús, los doce meses, los doce signos, las doce Casas astrológicas. El doce evoca la idea de ciclo cumplido. Al igual que la Casa XII. 

Una vez, un astrólogo rosarino, Gabriel Borla, me dijo: con planetas en XII tenés que entregarte a Dios. Fue hace varios años, sin embargo aún lo recuerdo. Es una especulación: en XII el ego se disuelve para fundirse en las aguas del Creador. Pero también es patria de encierros, hospitales, cárceles, espacios cerrados, pruebas que desgarran. E intensas sensibilidad e intuición. 

En la antigüedad se consideraba de los enemigos ocultos. 

El astrólogo Eugenio Carutti señala que los planetas en XII han recorrido un largo sendero -como el Tarot lo propone-, el cual implica que todos los arquetipos posibles -que encierran y a la vez revelan los planetas; como dioses que actúan de un modo, el signo; y en asuntos concretos, las Casas- están presentes en ella. También supone que, a modo de espejo, reflejan los arquetipos propios de aquellos que se acercan a quienes tenemos planetas en la Casa mencionada. 

Según la astróloga Alicia Álvarez, los planetas en XII tratan de salir de las sombras, de encontrar su fulgor, apoyándose quizá en los aspectos benéficos, armoniosos, con otros planetas, relaciones como aliados capaces de estimular los dones escondidos. 

Dicha morada al corresponder a Piscis puede implicar dos posibilidades: la elevación del signo, que podría tomarse como la vida monástica, quizá un tanto peculiar o, desde mi comprensión, la poderosa oscuridad de la energía pisciana: el ocultamiento, la mentira, la estafa material y/o emocional. 

Desde mi experiencia, Venus, Mercurio y el Sol; es decir, la forma de amar y el impulso estético -término acuñado por Eloy Dumón- (sólo enunciaré los significados más sobresalientes) -Venus-; la mente concreta y la palabra -Mercurio-; la identidad, la parte iluminada de la mente, la integración -Sol-. Al menos en mí, entre muchas vivencias, han implicado: amores ocultos -Venus-, una manera peculiar de entender y expresar -Mercurio- y profundas confusiones respecto de quién soy -Sol-. Además pienso que me ha otorgado la bendición de la Poesía y la lectura del Tarot, entre otras artes. 

Pero actualmente en la Astrología: -con Kepler se dividieron finalmente la Astrología de la Astronomía, según Carl Sagan- planetas, asteroides, puntos sensibles, Casas, ángulos, aspectos: pueden re-significarse, siendo compañeros en el proceso de autoconocimiento que alienta la milenaria correspondencia entre Cielo y Tierra: “como es arriba es abajo”. 

Asimismo, la XII es el servicio desinteresado. La compasión por los animales grandes, por la naturaleza, por la humanidad. También el arte: cine, poesía, música; manera de trascender la sombra de la Casa que estamos exponiendo. Y se cree que es instancia de milagros, por ejemplo, decir o hacer que impacta mágicamente en otro, cambiando intensamente estructuras, convocando anhelos, sueños y descubrimientos, que seguirán su cauce; tal vez el poseedor de sus planetas en XII nunca lo sepa. Pero el Ojo que Todo lo Ve siempre sabe. 

Una conclusión personal, quizá equivocada, quizá compartida, en la morada más misteriosa puede contemplarse la antigüedad del alma. Enuncio alma, desde la concepción católica: dimensión psíquica y emocional de cada ser. Lo que sí es territorio de la mayoría de los estudiosos de la Astrología es que en la profundidad del océano se esconden las perlas, se requiere valentía, prudencia y sobre todo introspección. 

Al representar también espacios cerrados, siguiendo el sendero de una perspectiva luminosa, podría tratarse, por ejemplo, del caso de un consultorio donde el Terapeuta -con planetas en XII- acompaña a su paciente en la sanación. Y podríamos estar frente a un guía espiritual, un consejero, un artista -incluso consagrado como Madonna, como los amados David Bowie y Leonard Cohen-, y a quien la vida -como dice Benedetti- lo ha obligado, muchas veces, a parirse a sí mismo. 

Duele la Morada, otorga el llanto y hasta el grito, pero acrecienta la empatía y el amor. Si hay que entregarse a Dios, hay que confiar, hay que creer: después de la tempestad arriba la plenitud.   







Hombre -te habla Lilith-

Supe cosechar en comunión con la tierra
construiste el templo y la guerra 
fui habitada por los dioses y profeticé
robaste mi voz
dijiste quién sería mi amado
dijiste que tenía que parir
lloré con la Luna
mientras leías y escribías
yo trataba de entender
mi sabiduría ardió en tu hoguera
en tus muros sigo siendo belleza
desde entonces no me dejás envejecer
conociste mis manos y las explotaste
negaste mi criterio
ocultaste mi canto
pero mi rugido
ahora es más fuerte que tu historia 
y Dios nos forma del mismo barro. 




Abracadabra

Nombre oculto
fuego, tierra, aire, agua
números y annunakis
pentáculos y talismanes
rituales y danzas
círculos, triángulos, cuadrados
arcanos y mitología
rosas y diamantes
soles y planetas
elementales
cuánto más para que vengas
cuánta vida
quizá falta una oración
una palabra
un grito. 





Virgo

Una vez un astrólogo me preguntó, cuál consideraba el signo más misterioso. No acerté. Su respuesta me abrumó, pero al ir a la profundidad: pude entender. Virgo conoce el orden invisible, lo comprende y por eso decide servir, humildemente. Su imagen arquetípica es la joven virgen que recoge la cosecha. Agradecida por la abundancia y el amor de la Madre Tierra, que alimenta a bestias como a hombres bestiales, insectos como piedras, árboles y noches. Regido por Mercurio, Virgo sabe de los procesos mentales orientados a la discriminación, al igual que la joven discrimina el grano fértil de la totalidad. Fiel a su lógica, es capaz de caer en la hipercrítica. Signo de tierra, cualidad mutable. Sencillez. Orden. Yo analizo, sus palabras clave. Yo encuentro el resultado, como un fruto maduro listo a caer. Con eficiencia, con estudio, con método, Virgo sabe la importancia de su labor y desde allí, busca la perfección.  



Plutón

Se lo considera un planeta enano: gira alrededor del sol, adecuadas masa y gravedad que configuran su forma circular, órbita que no es ajena a otros cuerpos celestes y no es un satélite. También se le llama Plutoide. De hielo y roca. Tan pequeño y sin embargo tan poderoso para la Astrología. Hades, le llamaban los griegos, dios del Hades, el Inframundo, territorio de las ánimas. Acompañado por su consorte, la bella Perséfone, hija de Démeter, diosa de la fertilidad de la Tierra. Al morir un griego, se colocaban en sus párpados monedas, pues era el pago para ingresar en el Hades. Quizá esta historia es un eco que nos recuerda la riqueza de Plutón. Riqueza que se oculta en la profundidad. Si se está dispuesto a bucear y enfrentar. Plutón es la transformación. Territorio del inconsciente y sus fuerzas. De las verdades ocultas que luchan por arribar al cielo. También son los cambios, que nos elevan o nos condenan al abismo. El final que no puede ser evitado. La Templanza, carta 14, del Tarot Marsellés, se asocia a Escorpio, signo que rige Plutón: un ángel que maniobra dos tinajas con el fluido vital, volviendo sutil, elevado, aquello que merece ser renovado.




Neptuno

Neptuno, helado y gigante. De anillos sutiles. Su camino alrededor del sol es de 164 años, aproximadamente. Poseidón para los griegos, dios de las aguas. En él todo es difuso. Como la niebla sobre los mares. Como la aparente tranquilidad de la superficie que esconde el maremoto próximo. Nada es lo que parece frente a Neptuno. Si bien no se relaciona con ninguna carta del Tarot Marsellés, yo elijo evocarlo en la Carta 10, La Rueda de la Fortuna, imagen donde una rueda gira sobre el agua, representando las fuerzas benéficas y maléficas de la naturaleza y del corazón humano, en la carne de dos seres, uno asciende (Hermanubis), el otro desciende (Thipón) y arriba, en equilibrio, la Esfinge, el eterno enigma. Como ya he escrito, venimos del agua y quizá deseamos volver a ella. Neptuno, astrológicamente, es el refinamiento, la inspiración de místicos y artistas, de médiums e idealistas. Al ser la octava superior de Venus: es el amor universal. Compasión. Empatía. La purificación y sutileza. También el cine. Neptuno es el chamán que nos habita, la apuesta de desplegar la espiritualidad y el trance.  




Urano

Excéntrico en su eje de rotación, parece viajar alrededor del Sol casi acostado. Además de algunos gases, está compuesto por rocas y hielo. Acompañado por numerosos satélites. Anillos lo envuelven. Si bien no sé si es correcta esta asociación, en la mitología griega, Urano era el cielo que fertilizó a Gea, la Tierra. Padre de Cronos. Rige el signo de Acuario. Se lo considera el astro de la originalidad, de la genialidad, de la rebelión. Es la octava superior de Mercurio, es decir, la mente abstracta. Es el rayo que traerá la voz del creador. Es el guardián del misterio, reservado a quienes están dispuestos a ir más allá de lo establecido, de lo tangible, de lo aparente. Urano sabe más de lo que está dispuesto a revelar. Es libertad. Inspiración. También cambios abruptos. Se parece quizá a la lengua de fuego de la carta 16, del Tarot Marsellés, una leve referencia a la Torre de Babel, que es destruida por Dios. Aunque se cree que la torre de babel era uno de los inmensos templos babilónicos -zigurat-, consagrados a sus dioses. Mientras escribo, siento la energía uraniana, susurrándome: a veces hay que saber cortar con el pasado, sin desmerecerlo, pero sí evolucionando, la soledad es propia de los creadores, todo pasa y todo cambia, el mote de “loca” hay que merecerlo, pues se conquista a fuerza de invención y revelaciones. 




Saturno

Apenas más pequeño que su vecino, Júpiter. Intensos los anillos que lo rodean. Gaseoso, de hidrógeno, pero se cree que su interior podría ser de roca. Acompañado por variedad de satélites. Relacionado con Chronos, el dios del tiempo, a veces con Cronos, la deidad griega que devoró a sus hijos y fue vencido por Zeus. Honestamente, no sé con quién relacionarlo. Ambos dioses me parecen convincentes. Saturno tarda aproximadamente 29 años en girar alrededor del Sol. Y se cree, en Astrología, que el retorno de Saturno a la posición natal del nativo genera intensas pruebas. Se parece al arcano sin nombre, del Tarot Marsellés, 13, cuyo esqueleto color carne prepara la tierra para que caigan mandatos, conceptos, vínculos, transformación que implica dolor, pero es un desgarramiento que será fértil. Aunque la carta del Tarot saturnina por excelencia se llama La Resurección, número 20, en ella, un niño es llamado a resucitar por la trompeta de un ángel, milagro y gracia. “Levántate y anda”, dijo Jesús. Y he leído que esta frase está más cerca de la humanidad de lo que creemos. “Levántante y anda”: a pesar de las pruebas, los dolores, los miedos: nunca olvides que la vida te convoca. Saturno, regente de Capricornio, se lo considera el sabio maestro, humilde, austero, cuya enseñanza se basa en los retos materiales. A veces serán pérdidas, a veces crisis en todas las dimensiones que nos hacen humanos. El planeta es estructura, límite, trabajo laborioso, autodisciplina, consciencia de la realidad y de uno mismo, reflexión, también miedos e inhibiciones, entre otros significados. El sabio anciano sabe recompensar a quien supera el terremoto. Saturno a veces duele, duele mucho, escribo desde mi experiencia, pero como dice La Historia sin Fin: “si ha de doler, ha de sanar”.