Meditación

Alas y raíces
en el centro
cuando me encuentro
dentro y fuera de mí.





Tristeza-Transformación

OSHO enseña que hay que ser la emoción. La única vía para trascenderla. ¿Pero qué ocurre si se trata de la tristeza? La evadimos. Con el ego armadura. Con diversiones baratas. Con psicofármacos. Con apetito voraz. Con vicios. Cada quien, escoge su modo de esconderla. Sin embargo, “soy tristeza” implica abrazarla, sentirla en su mayor profundidad; para luego, transformarla y transformarse. Allí donde las revelaciones. La fusión a esa verdad que somos, que en ese momento grita. Atormentada la sangre. Extremadamente difícil el desafío. La tristeza es humana, natural, creadora si así se elige. Perls indicaba que todo nos es útil. Por ejemplo, el odio es una manera de alejar de nuestro territorio a quien nos ha herido hondamente. En una medida, en un lapso, por supuesto. Pues el I Ching nos profesa que odiar es seguir aferrado a aquello que odiamos, siendo aún prisioneros. Contamos con aspectos de nuestra personalidad que pueden sernos saludables, útiles. Sin embargo, es nuestro verdadero Ser el que se descubre en el Silencio. Donde no somos personalidad. Donde la no-mente. También me enseñaron que el Creador encarna en diversidad de seres para experimentar diversidad de experiencias. Es tristeza, “soy tristeza”. Pero también soy esa chispa divina, dirían los gnósticos cristianos. Los alquimistas: puede alcanzarse su opuesto, caminando de grado a grado. La alegría. La belleza. La certeza de que la vida es un milagro y un peregrinaje sin meta. Cada hecho, situación, vínculo es una lección fértil. Tal vez desgarre. Tal vez eleve. Tal vez nos asuste demasiado. Vale la alegría y el coraje al menos, intentarlo.  


OSHO Zen Tarot