Meditación

Alas y raíces
en el centro
cuando me encuentro
dentro y fuera de mí.





Pan y Palabra

Soy quien elijo ir siendo. Sos quien elige ir siendo. Somos Ser, Esencia, Alma, Chispa Divina, como quieras llamarle. Células de un organismo de corazón grande, Madre Tierra. En bendito y misterioso Cosmos. Somos objeto, competencias, corridas. También. Somos una peregrinación donde los retos y las apuestas. Somos apego o celebración. Gnosis o ceguera. Somos lo mismo. Pero no somos iguales. Depende de pensamiento, palabra y acción. Ley de Causa y Efecto. Reencarnación. Depende del Cielo en el que nacimos, revelador de fortalezas y debilidades. Depende de nuestros alquimistas, dormidos o despiertos. Somos cobardía o entusiasmo. Envidia o admiración. Protagonistas de la alegría o aparentes víctimas y victimarios. Amor o indiferencia. Verdad o Ilusión. El Templo es custodiado por los guardianes, sentirán compasión de quienes se han perdido. Y sentirán compasión de los que siguen buscando y a veces, siempre es a veces, van al encuentro de su Cristo.  







Caminá

Caminá. Hay peligros. Sé, sabrás sortearlos. Seguí caminando, escuchá nuestra música. No tengas miedo. Los acantilados no podrán detenerte. Seguí, a pesar de la confusión. Escuchá nuestro canto. Despojate de las vestiduras, cuyo dolor ensombreció tu pasado. La Rueda está girando. La manija y la última palabra es del Creador. Jesús, en vos confío, gritá con alegría. Se acerca el Ángel. Una nueva encarnación, para ser más libre, sin tantas llagas, tal vez. La recompensa a un corazón grande. Seguí. Estás muy cerca. Tus hermanas te abrazan en ternura. En recuerdo. Seguí. No tengas miedo. 

En memoria de Néstor Echenique. Ahora luz azul, en preparación para su próxima encarnación. Así lo veo yo. 




No sos vos, soy yo también

Una decepción. Una intuición que se confirma. Un ataque encubierto. Un enemigo oculto que resplandece cuando las sombras se disipan. Pero, ¿sos vos? ¿Soy yo? No, somos ambos. Sos mi espejo cubierto de ceniza. Lo que no pude ver en mí misma, aquello que descubro a fuerza de coraje y tristeza. Me enfrentás con mis miserias. Esos núcleos negados o escondidos. Mientras, mi ego sufre. El ego sufre pues mi consciencia no sabe de juegos de alambre. Una voz se levanta y como el trueno revela lo obvio: quien desprecia, quien lastima, de la forma que sea, se está dañando a sí mismo. Energía de violencia hacia dentro. Hacia afuera. No tomaré ese presente. Descubro y me hago cargo de lo propio. Y me alejo de lo que no me pertenece. 




El Mundo


Carta 21, El Mundo

“La vida es un arte: has de sentirla”.
-OSHO-

La veo y sonrío en mis ganas de bailar con ella. Su posición es la inversa a la de El Colgado, será que el sacrificio merece la recompensa final. Está rodeada de una elíptica de laureles. Casi desnuda, salvo por una tela naranja que oculta su sexo. Quizá es andrógina, reservándose la intriga. El Sol se vincula al arcano 21. Aquí, la dicha, la plenitud. 21 es el número de la elevación y la armonía internas. Lleva una varita como la del Mago, pero sus extremos son naranjas. Pisa con una pierna la tierra. Es el triunfo del alma sobre la materia. A su alrededor cuatro seres. Son los elementos que cargaba mi Loco en su bolsita, los mismos con los que trabajaba el Mago, convertidos ahora en la visión del profeta Ezequiel: “Cada uno tenía rostro de hombre. Del lado derecho, cada uno tenía rostro de león. Del lado izquierdo, los cuatro tenían rostro de buey. Y cada uno tenía también rostro de águila”. También son el nexo con los arcanos menores y sus cuatro palos. Fuego en el león, bastos. Tierra en el buey, oros. Aire en el águila, espadas. Agua en el ángel, copas. El Mundo, como su nombre lo indica, es el Macrocosmos. Mientras el arcano 1 sugería la relación entre lo macro y lo micro, el arcano 21 lo demuestra. También se le llama a este arcano: El Universo. Se trata de “el hombre, Dios, y el Universo”. Se trata una vez más de espíritu, alma y cuerpo. En una danza que es la perfección de ardua búsqueda, de esforzada peregrinación. Llegué a mi integración: deseos, acciones, pensamientos, sentimientos. Sin embargo, el viaje continúa, quedan 56 arcanos por conocer. Pero ahora soy solamente baile. Como diría Jodorowsky, me siento integrada en todas mis dimensiones. Comunión de mis cinco elementos. Soy una conmigo misma y con el Todo. No hay fragmentación. He superado los obstáculos. Entre el Cielo y la Tierra me enredo con ella. Llegamos a la meta con mi Loco peregrino. Somos éxtasis. Somos la celebración de Darnos Cuenta: la vida es un arte que estamos sintiendo.




Gracias por viajar con nosotros,
María José López Tavani y Vincent Van Gogh.





Bibliografía

-Tarot Marsellés, Francisco Stiglich
-El Tarot, Frank Lind
-El simbolismo del Tarot, Ouspenski
-Uso de la numerología en la vida diaria, Monique Cissay
-El Tarot de los Bohemios, Papus
-Dogma y Ritual de Alta Magia I, Eliphas Levi
-La Vía del Tarot, Alejandro Jodorowsky
-I Ching
-Biblia
-Manual de Astrología Moderna, Eloy Dumón
-Madonna



Gracias, Dios.


El Juicio


Carta 20, El Juicio

“Habiendo dicho esto, llamó a gran voz: “¡Lázaro! ¡Sal fuera!”.
-Juan 11: 43-

Tanto esperé sin saber cómo sería, por dónde. Ahora tengo las certezas que el arcano 20 arroja. 20 es el número del camino de la sabiduría original y el despertar del hombre. El Juicio es el milagro. Finalmente. Un niño ha despertado. Lo veo salir de su tumba. Como Lázaro. Su padre y su madre adoran su venida. Arriba el Ángel del Señor, en un halo de nubes y llamas, con un estandarte, la cruz amarilla de la resurrección, heráldica. Toca la trompeta: es la buena noticia. La familia son tres personajes: el cuerpo, el alma y el espíritu. Están desnudos. Así venimos al mundo. Así nos vamos. Y así volvemos cuando Dios nos moldea con el mismo barro: hembra y macho y luego insufla el hálito de vida. Sus cabellos son azules como el cielo profuso de la carta. Más allá podría ser un desierto, quizá aquel que caminaron los hebreos durante cuarenta años hasta llegar a Canaán. La trompeta asemeja la voz del creador, “el trueno que moviliza”, enseña el I Ching. Las murallas de Jericó cayeron cuando las trompetas sonaron. Se trata de noticias, anuncios, revelaciones. Espiritualidad y renovación. El Juicio es el arcano de los secretos descubiertos. Se dice que quien vive en el pecado vive en la muerte. Entonces el Ángel del Señor, como se lo nombra en la Biblia, viene a resucitarnos de la llagas, llamándonos a renacer. Resucitamos siendo quienes somos, en una octava superior. El niño no será el mismo una vez que salió de la tumba. Conservo a mis ancestros, mi pasado. Aquello que seguiré buscando. Cuantas veces quise ser como Lázaro, cuánto esperé por quien pudiera rescatarme. Las llamas del ángel también caen sobre mí, yo también escucho su trompeta. A pesar de las pruebas, a pesar del desgarro, nazco otra vez a la vida. Resurjo. Mi fe se volvió compañera del verano. Me entrego al milagro.

El Sol


Carta 19, El Sol

“Se anima la tierra cuando te levantas.
Cuando brillas como Atón en el día,
huyen ante ti las tinieblas.
Cuando lanzas tus rayos,
das a los Dos Países su fiesta diurna:
despiertos y erguidos están los hombres sobre sus pies
cuando tú los has levantado”.
-Frag. Poema al sol, de Faraón Akenatón (1370 años a.C. aprox.)-

Después de la noche alcanzo el día. Mis ojos apenas pueden con el zenit. El Sol, dios imponente, baña con sus rayos a dos niños. Gotas de él caen sobre nosotros. Más allá un pequeño muro, como reflejo del mundo material. Los niños representan la fraternidad y la unión, la hermandad. Los rayos del Sol alumbran y dan calor. Todo nace, todo resplandece en su dimensión. En una época fue el dios único de Egipto, se lo llamaba Atón. Los obeliscos egipcios eran creados para recibir su energía. Padre, que vivifica todo lo que existe. Astro como el principio creativo y masculino, el líder, dentro de cada ser humano. El encuentro final de la búsqueda alquímica, pues el Sol es el oro. Se lo vincula al signo de Piscis, energía de simpatía, sensibilidad y compasión. Helios, le llamaban los antiguos griegos. Nada escapa a la mirada del Sol. Nada permanece oculto a su inteligencia. No hay secretos. En Astrología se lo estudia como la individualidad, la vitalidad y la totalidad del ser. Algunos lo piensan como la consciencia, la parte iluminada de la mente. Desde tiempos inmemoriales la humanidad ha rendido culto a la Luna y al Sol. En esta instancia de mi peregrinación me siento en paz, a la vez, entusiasmada. Me sumo al juego de los niños, ellos me muestran que detrás de la muralla hay girasoles. Dicen que así debemos ser nosotros, buscar incansablemente la luz. 19 es el número del camino del triunfo. Hay gloria en este paraíso, hay riqueza. La opulencia que el Sol hace brotar sobre la tierra. Inti, lo llamarían los incas. Yo también le digo Padre. Y aunque casi no puedo ver su rostro, sé que recibo una sonrisa limpia y honorable. Mis ideas tienen claridad, me siento grande, digna. Eres lo primero que el Creador quiere que veamos al despertar, Padre Sol, por eso tu inconmensurable amor.

La Luna


Carta 18, La Luna

“Vamos a mecernos
bajo la luz de la luna, esta solemne luz de luna”
.
David Bowie

Los griegos le dicen Selene. Nosotras la llamamos Hécate. Un perro y un lobo le aúllan. Más allá las dos torres, como límite del mundo material. Estoy entrando en el sueño. Desde el estanque, un cangrejo viene hacia mí, al camino iluminado por la piel de la Luna. Luminaria receptiva. Poética y salvaje. Fecunda y nutricia. El cangrejo hace referencia al signo de Cáncer, regido por la dama, también sugiere el inconsciente. Gotas van hacia ella. Como la luz del Padre Sol. Luz que recibe y refleja en rayos rectos. Pero su luz es fría, a veces peligrosa. En la noche todo se ve diferente. Sólo Nicodemo, quien no sabía cómo nacer de nuevo, fue a ver a Jesús en la oscuridad. Además, Jesús fue encarcelado por la noche. Camino hacia el estanque, recuerdo que en Génesis “el Espíritu de Dios se movía entre las aguas”, es mi cara la que veo reflejada cuando observo el agua y es mi cara reflejada cuando observo la Luna. Mis temores. Mi confusión. También mi ciclo femenino y su semejanza. Mareas que suben y bajan. Crecimiento de rosas y de gatos negros. Es su fuerza de gravedad. Su influjo. Sus surcos y cráteres. Movimientos y fases. Ante mí la Luna llena y su magia. Seres en comunión. Párpados bendecidos con plata. Trovadores y videntes. Lunáticos y soñadores. Acuario es el signo vinculado a la Luna. 18 es el número del camino de los sentidos internos. Si me adentro en ella, me adentro en mí misma. La luz, reflejo del alma, llega codificada. Y la Luna sabe ocultar intensiones, enemigos, maleficios. Pero no ahora, mi Luna noble, grande en su gesto de mostrarse a todos. Estoy despierta en el sueño. Sensible. El cangrejo no puede herirme. Ni el pasado y su nostalgia. Siento el calor que se parece al hogar. Mi emoción es incapaz de arrasarme. Puedo Ver. Siento mis ovarios, mi sagrada feminidad. Madre, me estoy pariendo. 

La Estrella


Carta 17, La Estrella

“Hemos llegado demasiado lejos
para dar por vencido quienes somos.
Así que vamos a levantar el bar,
y nuestras copas hacia las estrellas”.
-Daft Punk-

Los Reyes Magos siguieron la estrella de Belén. Quizá el brillante Júpiter. Los Reyes Magos siguen la estrella, buscan a Dios y “Dios nos busca a nosotros al mismo tiempo”. La Estrella es la carta de la esperanza. También la carta de la Astrología. Después de la destrucción de la Torre, arribo a un paisaje nuevo, de cielo profundo y río serpenteante. Una mujer de cabello azul, como el Colgado, como la Templanza, vierte dos jarras, una en el río, la otra en la tierra. Cada vez estoy más cerca del milagro. Siento que la vida fluye con belleza y vitalidad. Renovación que trae bienestar. La joven desnuda me recuerda a la Hebe griega, diosa de la juventud, esposa final de Hércules, portadora de la ambrosía que bebían los dioses. Se cuenta que la joven derrama el fluido de la vida universal, purificando su propia vida y su alrededor. Al igual que el aguatero de Acuario, derramándose sin distinción, sobre todos, sobre todo. Atrás, un ibis, representante del alma egipcio, a veces sobre una flor, representante del cuerpo pasajero. Arriba, las pléyades, un cúmulo de siete estrellas en la constelación de Tauro, mitológicamente: hijas de Atlas y Pléyone. La estrella que más brilla es el planeta Venus, Lucero de la Tarde, peculiar para mostrarse. También podría ser Mercurio, planeta al que se vincula el arcano. 17 es el número del camino de la realización y la recompensa. La mujer inspira, como el Verbo inspira. Si entiendo el mensaje de los astros, quizá mi vida se vuelva un caudal incorruptible. Percibo bondad en la mirada de la joven, recibo alegría. Todo va a estar bien. Aquí y ahora. Mis tránsitos planetarios son favorables. Tengo fe en mi buena estrella. Voy a seguirla.

La Torre


Carta 16, La Torre

“(…) sobre la cornisa,
esperando el milagro”.
-Las Pelotas-

Veo en mi abismo. El abismo del mundo. Me siento atrapada. Encerrada en una torre. Presa de mi soberbia, cual Torre de Babel. Así es la torre que observo. Quizá así eran los observatorios babilonios donde estudiaban los astros o los zigurat, sus templos; así los habrán visto los hebreos durante su cautiverio en Babilonia; hasta que Ciro el Persa los liberó. 16 significa el equilibrio de los contrarios. El arcano 16 se vincula a Capricornio, signo de reputación y carrera. También ambición. Perseverancia. Una pluma de fuego, similar a un rayo, -que en 2018 puedo interpretar además como la intervención de Urano, representante de los cambios imprevistos, la mente abstracta, la originalidad- hiere la edificación. Caen dos hombres. Parecen flotar en vez de caer. Quizá porque el fuego iluminó mi inconsciencia y la de los hombres. Necesario era el golpe. La destrucción divina. Nos libera del error. La energía liberada son las gotas coloridas flotando por doquier. La Torre como el mundo visible donde ahora encarna el mundo invisible, espiritual. Sus ladrillos podrían ser el cuerpo material. Y sus tres ventanas, la división tripartita del hombre: cuerpo, alma y espíritu. Cielo limpio y fuego. Rayo que provoca la salida de la prisión. Antes esperaba el asombro en la cornisa de la Torre, ahora comprendo: es más abajo. El Fuego lo ha revelado. La Torre ahora es La Mansión Dios. Un templo. Un círculo donde las sombras son incapaces de entrar. El Espíritu Santo actuando en la materia. Aprendo. Cambio. Me siento más cerca del milagro.

El Diablo


Carta 15, El Diablo

“Tras el bocado, Satanás entró en él. Entonces Jesús le dijo:
“Lo que vas a hacer, hazlo pronto”.
-Juan 15: 27-

Es una fruta dulce la soberbia. Después es amarga y cruel. El ser que ante mí se presenta ha de haber sido más bello que el ángel que acabo de conocer. Su resplandor nubla la vista. Dentro de sí, los cuatro elementos. Fuego en su cabeza, en sus cuernos. Tierra en sus pezuñas. Aire en sus alas. Agua en sus escamas. Debería temerle pero no le temo. Su postura es inversa a la del Mago. Donde aquel sostiene la varita, Lucifer sostiene la antorcha. Donde aquel señala la tierra, Lucifer saluda. Como un Papa en oscuro concilio. Parado sobre un pedestal, falso trono, desde donde sale una amarra que ata a dos seres. Se parecen a mi joven Mago y a la doncella que representaba el vicio, del arcano seis. Lucifer ríe. Lucifer canta. Al mirarlo más de cerca me doy cuenta de que no es macho ni hembra o es ambos. No puedo definirlo. Debería temerle pero no le temo. Siento mi sexualidad que me consume, dándome fuerza. Místico mi fuego. Protector y nativo. Pero he de tener cuidado frente a tanta riqueza. El Diablo es ágil y traicionero. Cuando menos lo espere puede poseerme. Al igual que Perséfone al comer la fruta de Hades. En Taoísmo al camino del ego se le llama el camino del demonio. Ha llegado el momento de ver en los ojos de mi oscuridad. Sólo así podré seguir mi peregrinación. El macho cabrío roza mi pierna, áspero. Quien ve al Diablo vuelve siendo otro. Su número, el 15, es el camino de la oscuridad. Detrás de su figura todo es violeta, transmutación. Su antorcha ilumina. Lo pueril, lo vulgar, el exceso frente a mí. Siento miedo. Aun así, estoy dispuesta a ir más allá. De eso se trata la genialidad del Diablo, allí está su tesoro. Sólo quien conoce su tempestad es capaz de conquistarla.

La Templanza


Carta 14, La Templanza

“Para la mente que está quieta, el universo entero se rinde”.
-Lao Tsé-

Verde que late. Un ángel. Sí, un ángel. Su cabello es azul como el del Colgado. Lleva el símbolo astrológico del sol. Su vestido es simétrico y simple, rojo, azul y amarillo. Sobre su pecho un cuadrado, dentro un triángulo. El Espíritu contenido en la materia. Carga dos tinajas, una roja y la otra azul, podría ser una de oro y otra de plata. El líquido que vierte en verdad es una fuerza firme. A La Templanza le llaman el ángel del tiempo, cuyo flujo representa el pasado, el presente y el futuro. Mira hacia donde está el arcano sin nombre, aquello que la muerte desunió: es purificado por el ángel, el alma es su material. Llegar a lo más sutil, su objetivo. También puedo ver en las jarras las fuerzas activas, masculinas y las fuerzas pasivas, femeninas. La palabra templanza representa moderación. El flujo de las jarras además da cuenta del caudal del pensamiento. Si logro encauzarlo como recurso, habré conseguido estar más cerca del Espíritu y un poco más lejos de la carne. El ángel me observa con ojos cálidos. No habla, pero sólo basta el movimiento de sus cántaros para el aprendizaje. Si se trata de atemperar, se trata de hacer más suave mi pensamiento hasta aquietarme por completo. Tarea difícil. No estás sola para hacerlo, somos una legión de guardianes, acompañando tu proceso, dice. El número 14 significa el camino de la transformación. Estoy en una instancia de belleza e inspiración. Protegida por un ángel. En la dura tarea de aquietar mi mente. Quiero rendirme al universo, nueva. Quiero la paz de todas las mujeres que me habitan. Quiero mi alma dulce. Quiero ser colmada por el Nardo. Tiempo, dice el ángel, tiempo y elevación.

El arcano sin nombre


Carta 13, el arcano sin nombre

“Lo que nace de la carne, es carne; y lo que nace del Espíritu, es Espíritu.
No te asombre que te haya dicho: es necesario nacer de nuevo”.
-Juan 3: 6-7-

El paisaje ha cambiado. Ahora sólo la tierra. Un esqueleto siega pies, manos, cabezas. Me han dicho que no le tema pero siento miedo. Dicen que en verdad no existe pues no tiene nombre. Aunque algunos le llaman Chronos, dios del tiempo. Y otros le llaman Saturno, el planeta anciano, sabio. Su postura me recuerda al Loco. Lleva una guadaña en vez de vara. Llama la atención su color carne, vivo, humano. Algo intenta decirme pero siento terror. Todavía no quiero acercarme. Eres como Nicodemo, todavía no entiendes; la escucho decir. Entonces, la imagen de la flor de Loto como un rayo; ella crecería en un lugar como éste. Sería enorme. Muy bella. Tu columna se parece a una espiga de trigo, digo con timidez. Es que no advertiste que estoy preparando la tierra, responde. Temes porque no entiendes. Me quedo en silencio. ¿Qué debería entender? Sé que estoy ante la muerte. Quien no distingue entre burgueses y proletarios, reyes y pueblo. Su aliento es patria de lo vivo y su designio, de lo muerto. Sé que el esqueleto representa la unión de cuerpo y alma. Entiendo que las fuerzas destructivas preceden a la creación. Crece pasto azul por donde ha pasado el arcano sin nombre. Su número, el 13, representa la transformación del hombre. Pienso en la mujer que tiene que morir en mí. Aquella que aún no ha entendido que todo es ilusorio salvo lo que viene del Espíritu. La mujer dentro de mí, tan aferrada a sus deseos carnales; limitada por mandatos, deberías, conceptos: he de soltar. Es una noche honda. Dolor por la mujer en mí. Pero sé, para seguir tengo que ser transformada por la muerte, simbólica: iniciada. Se trata de morir a lo viejo para después nacer con el amanecer. Como Jesús dijo a Nicodemo: quien no nace de nuevo, no puede ver el Reino de Dios.

El Colgado


Carta 12, El Colgado

“Quién por fuego, quién por agua (…)”
“(…) y de parte de quién debo decir que llama”.
-Leonard Cohen-

Después de la Hechicera el camino se volvió más bello, voz del río, piedras coloridas, flores gigantescas, árboles trepando por la luz. Allí lo veo. Entre dos troncos. Atado desde la pierna derecha, formando una cruz con la otra pierna y los brazos atados hacia atrás, un triángulo configura con su pecho. Su cabello es azul al igual que el cielo. Pienso que está sufriendo pero mientras me acerco su aspecto parece decirme lo contrario; aquí estoy, por llamado y elección, en armonía y paciencia; una oruga en la instancia final para transformarse en mariposa; donde estoy “el fuego y el agua no se combaten” y el Creador aparece en el silencio. Unas monedas caen de sus bolsillos. El Colgado abandonó la búsqueda material, comprendió que se trata de la vida y su bendición. Darse por amor. Su número, el 12, representa la compensación del hombre, el reconocimiento de la expresión, 1 como fuente, principio activo, 2 como lo otro, principio pasivo. Me trae el 3 como fruto y resultado. Y las 12 tribus de Israel y los 12 apóstoles. La idea, también, de ciclo completo, diferente al Hermitaño y La Rueda de la Fortuna. Lo recibo como un apóstol peculiar. Relacionado con el signo de Libra, regido por Venus, signo de energía de belleza, comprensión, refinamiento, síntesis. Conclusión del viaje del Mago, es decir, del 0: mi Loco peregrino. Las seis ramificaciones de cada lado, me traen al Colgado como un Sol haciendo su paso por los 12 signos. Aún no se ha iluminado, pero está cerca. Muy cerca. Abierto a la verdad celeste, sabe que más allá: la puerta de la elevación es el sacrificio por amor. El Colgado ha parado el afuera para asimilar el extenso recorrido. Observa la vida de una manera diferente a mí. Y quizá los troncos sean como las columnas del templo, a la derecha la Ley y a la izquierda la Libertad. El Colgado a pesar de parecer inmóvil y puro, tal vez, deberá elegir una vez más.

La Fuerza


Carta 11, La Fuerza

“Say no more”.
-Charly García-

Le llaman la Hechicera. Debe serlo pues la mujer abre las fauces de un león. Con refinamiento y delicadeza. Como si no se tratase de una fiera salvaje y peligrosa. Lleva un sombrero parecido al del Mago, con forma de ocho, lo elevado: a ello se orienta su pensamiento, a lo cósmico, a lo eterno. Su vestido es rojo, azul, amarillo, naranja. Acción, verdad cósmica, inteligencia, espiritualidad. Algunos le llaman la Virgen, por el signo de Virgo, el servicio domando al orgulloso Leo. Otros la relacionan con el planeta Marte, la energía de conquista, de abrirse paso en la vida. Sea la hechicera sea la virgen, me trae lo mismo: el dominio de lo elevado sobre lo vulgar. León como instintos carnales, mujer que los transmuta. Ella refleja que mis sombras no se irán con el combate sino con suavidad. Alcanzar la luz se trata de un proceso delicado, no de una guerra. La mujer es vitalidad y fortaleza, me siento segura estando cerca, preparada. Se trata de coraje. El número 11 es un número que no puede dividirse, pues se dice que representa a Dios dos veces, el 11 es la revelación y acción absoluta humanas, número maestro. No digas más, dice la mujer cuando vuelvo a traer el peso de mi vulgaridad. Hay que trabajar. Se requiere entendimiento, calma. Se necesita ternura. Es el trabajo más noble el que se hace en uno mismo. El más difícil. No se bucea peleando sino integrando, para transmutar. En la dura ostra se esconde la perla. Sé como una hormiga laboriosa trepando la roca para preservar el reino. Como un diamante en bruto que a fuerza de ingenio y paciencia se volverá una gema preciosa. Sé como el plomo volviéndose lentamente oro. Buscá el calor. Así podrás continuar tu viaje: no digás más.

La Rueda de la Fortuna


Carta 10, La Rueda de la Fortuna

“No te rindas. La ergástula es oscura,
la firme trama es de incesante hierro,
pero en algún recodo de tu encierro
puede haber un descuido, una hendidura.
El camino es fatal como la flecha
pero en las grietas está Dios, que acecha”.
-Frag. Para una versión del I King, Jorge Luis Borges-

La rueda es símbolo de eternidad. Pienso en la rueda del zodíaco, que significa en griego: rueda de animales, doce naturalezas presentes en lo que existe. Además, la rueca del destino. Las tres moiras griegas, hilanderas, que se ocupaban del hilo de la vida y el fin de los mortales, -eran extremadamente respetadas por Zeus- una lo hacía con la rueca, la otra medía y la última cortaba. Frente a mí, una rueda gigantesca, saliendo del océano. Quizá porque queremos volver a las aguas del Padre, fundirnos en él, después de tantos viajes. Son tres los personajes del arcano. Hermanubis como representante de las fuerzas positivas, nutricias para la vida. Hermanubis, deidad que nació a partir de la unión de los dioses Hermes y Anubis. Hermes era el dios griego de la comunicación y el intercambio, creador de la lira; astrológicamente es la mente concreta, el impulso y la avidez por conocer, el movimiento, el discurso. Anubis era el dios egipcio con cuerpo de hombre y cabeza de chacal, como un sacerdote acompañaba al difunto hasta el Juicio de Osiris. Hermanubis asciende en la Rueda, mientras que el otro personaje, Tifón, desciende. Tifón en la mitología griega era hijo de Gea, un gigante monstruoso capaz de desatar terremotos y huracanes, su cuerpo era de dragón y serpientes, quiso destruir a Zeus por lo que fue desterrado al monte Etna; desde mi criterio elijo enunciar a ese Tifón; representante de las fuerzas destructivas. La esfinge arriba, en el medio, esfinge: el eterno enigma de la creación y símbolo de poder para los egipcios, la autoridad que no se mueve. Con su espada, parecida a la espada de la Justicia, custodia. Lleva corona y capa, quizá para reservarse otro secreto, la Esfinge debe saber qué hay más allá de la manija de la Rueda. El número 10 es la unidad del ser humano, también un nuevo comienzo, más evolucionado, pues se dice que el 10 es 1 en una octava superior. La Rueda habla de ciclos. La esfinge parece decir: no te apegues a la felicidad ni a la desgracia, pues ambas son transitorias. La Rueda gira hacia el Loto, gira hacia el pantano y volverá a girar. Me trae la buena y la mala suerte, pero en el Kybalion, suerte no es más que una palabra que da cuenta de la Ley de Causa y Efecto. Entonces la Rueda indica que pensamiento, palabra y acción determinan los efectos y mi próxima encarnación. Karma que siento como una balanza. En el Taoísmo se dice que el octavo sentido es una marmita de semillas kármicas, que se conectan a través del séptimo sentido con el sexto sentido, que le llaman mente. La marmita de semillas, oscuras y luminosas, condiciona mi percepción en la vida presente. Recibo mal o recibo bien, navego en luz o en oscuridad, dependerá de aquello que sembré y siembro. A veces no entenderé el porqué de tanta prueba, a veces me enojaré en mi falta de entendimiento, a veces gritaré de dolor. Pero en algún momento la Rueda girará para recordarme que sólo permanecen el amor y el cambio. Y al costado de la Rueda, donde yo no veo, el Creador tiene la manija y la última palabra.

El Hermitaño


Carta 9, El Hermitaño

"Después de que vi a Dios, no tomé más vino.
Yo creía que era verso: no es verso. Está el chabón”.
-Pappo-

Dicen que el hombre que ahora veo también es el Mago. Como un fruto maduro al caer la tarde. H como referencia a Hermes Tres Veces Grande. El Sol de la Verdad en el Arcano VI -El Enamorado- se transformó en la lámpara que carga con humildad. La luz del Espíritu. Chispa divina que late en su interior. Guía a unos pocos, que han llegado hasta él. Es un maestro. Un sabio solitario que me recuerda al planeta Saturno. El planeta anciano, de las pruebas materiales, que al final del tránsito recompensa a quien ha superado feroces retos.
El Hermitaño se asocia al signo de Leo, que rige corazón y vista. Su capa, tal vez, representa la protección que aún en un iniciado es necesaria, el mundo material tiene sus estrategias. Vestido de azul, intuición, rojo, acción, y desde adentro, profundamente amarillo, inteligencia.
Lo oigo. Labré mis dimensiones, trascendí vulgaridades y me fundo con el esplendor; sigo caminando, despacio exploro el mundo; el pasado es gratitud; simpleza es profundidad.
Su vara me recuerda a la vara del Loco, Moisés y el poder, Aarón y el sacerdocio. Su vestimenta tiene unas borlas, la inocencia y el asombro, aventura: evoco al Loco, otra vez. Su cabello y su barba, grises; provocándome misterio.
9 es el número de la realización del hombre. Mi Loco, Fuego Sagrado, transitó nueve instancias hasta encarnar al Hermitaño. Se cierra un ciclo. Donde quizá, aún la crisis. Su resultado final podrá ser prudencia y serenidad. Austeridad. La paciencia necesaria para la larga peregrinación que continúa. Sabe, siente El Hermitaño que ni el dinero ni el poder son mayores a la fuerza más poderosa: el Amor.
A esta altura me reconozco en mi ignorancia, me siento desnuda. El sabio anciano, puedo darme cuenta, siente compasión por mí y alumbra. ¿Dios ve mi alma?, pregunto. ¿Vos ves a Dios? No lo sé, digo. No temas, abrí el corazón y verás a Dios en todo, responde.

La Justicia


Carta 8, La Justicia
“Estoy en el camino correcto, nene,
nací para ser valiente”.
-Lady Gaga-
Me mira con los ojos bien abiertos. La justicia de los hombres tiene los ojos vendados. La Justicia de Dios los abre, nos contempla. Debo ser valiente. La Justicia observa el pasado y en la balanza pesa las acciones. Con la espada convoca el equilibrio. Me recuerda la historia de Salomón, cuando dos mujeres se presentaron ante él para exigir la maternidad de un pequeño, Salomón pidió la espada para dar a cada madre una mitad, en ese momento la verdadera mamá negó su derecho en favor de la otra mujer, entonces el sabio rey pudo darse cuenta quién era la progenitora real y dar su compensación. También en mi memoria  la sala del Juicio de Osiris, donde el corazón era pesado en la balanza, la diosa Maat ponía una pluma en el otro platillo: ambos debían pesar lo mismo. Pluma y corazón; significaba que los actos habían sido rectos. La Justicia lleva una corona. Un grueso collar de oro. Azul y rojo su vestido. Sentada en el trono, revela equidad. El número 8 representa la verdad del ser humano, también el perfecto equilibrio y la eternidad. La Justicia no sólo da cuenta por esta vida, también señala las anteriores, cada encarnación que ha resultado en parte de la mujer que soy. Para bien, para mal. En un camino de rosas y espinas. Intensidad. Se dice que el sabio va atento a la causa, el necio va temeroso del efecto. “Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa; todo sucede de acuerdo a la ley; la suerte no es más que el nombre que se le da a la ley no reconocida; hay muchos planos de casualidad, pero nada escapa a la Ley” -Kybalión-. La Justicia me hace reflexionar sobre mi conducta, las causas que he sembrado y los efectos que podré esperar. Se trata de mi péndulo interior, de la conciencia en cada oscilación, sabiendo que la fuerza aplicada a un lado será la misma hacia el otro. Recuerde o no mi accionar, la Justicia siempre me mirará con claridad a los ojos.

El Carro


Carta 7, El Carro

                                                                            Yo soy mi propio experimento, mi propia obra de arte”. -Madonna-

No lleva las riendas de los caballos y sin embargo el carro se mueve. El caballo rojo es la energía positiva, el azul la energía negativa, es decir, acción y receptividad. Cada uno se orienta a un lado distinto y esa fuerza, esa presión, provoca el traslado. Mago victorioso, después de haber elegido la virtud en el arcano seis. Llegó al número 7, que junto con el 40, es uno de los números que más se repiten en el Antiguo Testamento, el 7 significa juramento en hebreo. Quizá representa el servicio que mi Mago está dispuesto a dar durante toda su vida. El 7, número de la perfección y la sabiduría humanas. Si lo observo bien, parece formar un triángulo con su cuerpo y un cuadrado con su carro, 7 otra vez. Espíritu sobre materia. Cuatro columnas que evocan los cuatro elementos, que a esta altura el Mago sabe maniobrar casi completamente. Corona y cetro, símbolos de poder y mando. Una pechera azul de guerrero, en un ropaje rojo y amarillo. Unas caras en sus hombros, para recordar la luna menguante y la luna creciente: la oscuridad es debilitada cuando la luz se vuelve más fuerte. El mago sabe, el mago quiere, el mago osa, el mago calla. Su Carro es acción, movimiento, avance. Enseña sobre la realización, el trabajo que ha tallado en su interior. El Mago confía en sí mismo y se muestra al mundo. En su paso el triunfo que es hermano del talento. Me pregunto si alguna vez podré ser como el Mago en El Carro. Tendré que ser valiente para llegar al resplandor, paciente y laboriosa hasta el progreso, como una obra de arte, a fuerza de línea y color, palabra y ritmo.

El Enamorado



Carta 6, El Enamorado
“O te cansas peleando por la paz o mueres”.
-John Lennon-
                                                                                                        
Encrucijada. A la derecha una mujer bella de cabello dorado. A la izquierda una mujer con una suerte de corona marrón, con forma de laurel, que representa el triunfo. En el centro, el joven Mago. Tomado por las dos mujeres. Sobre las tres figuras, Eros, como el sol de la verdad apuntando. No sé si al Mago o a la mujer bella. Me ha enseñado el Papa, que una de ellas encarna el vicio y la otra, la virtud. En el cristianismo se habla de siete virtudes: prudencia, justicia, templanza, fortaleza, esperanza, caridad y fe. También son siete las virtudes en Bushido, el código de ética samurái: benevolencia, coraje, justicia, respeto, honor, lealtad y honestidad. Por otro lado, el vicio podría asociarlo a los siete pecados celestes: ira (Marte), mentira (Mercurio), soberbia (Sol), lujuria (Venus), gula (Júpiter), pereza (Saturno) y envidia (Luna). Enamorado frente a una elección honda. El camino del espíritu o el camino de la materia. La voluntad y el poder ofrendados a un ideal de amor o la voluntad y el poder ofrendados al placer personal. Voluntad como la certeza del puerto al que se quiere llegar y poder como los recursos concretos para arribar a ese puerto. El Mago tendrá que elegir, como lo hizo Hércules al final de su instrucción. El 6 es el número de la armonía del hombre. Geométricamente es la Estrella de David o Sello de Salomón, dos triángulos unidos, uno hacia arriba, el fuego, el otro hacia abajo, el agua: representa la unión de los opuestos y complementarios. Comunión que sólo puede llevar a cabo la compasión. El Mago amará la elección que haga. Para bien o para mal. Sea fruto de su coraje o de su cobardía. Si elige el camino de la virtud llegará a ser el Mago triunfante de El Carro, si elige el camino del vicio no sé qué puede ocurrir. Pero no aquí, no ahora, mi Mago elige el camino de la virtud y en él, placer y alegría. Certeza y atracción, dice Venus, planeta que rige Tauro, el signo que se asocia al arcano seis. No hay ideal de amor más grande que buscar la paz del mundo, afirma la diosa. El fin del hambre, del maltrato de los animales y a la Madre Tierra. No hay ideal de amor más grande que amar al prójimo como a uno mismo, dice el Mago.

El Papa



Carta 5, El Papa

“Es que, cuando los hombres llevan en la mente un mismo ideal, nada puede incomunicarlos,
ni las paredes de una cárcel, ni la tierra de los cementerios, porque un mismo recuerdo,
una misma alma, una misma idea, una misma conciencia y dignidad los alienta a todos”.
-Fidel Castro-

Más. Un paso más. Necesario. Vital. Frente a mí, el Sumo Sacerdote. Entro sin voz en el templo, sus dos columnas refieren la Ley a la derecha y la Libertad a la izquierda. Ley contenida en la Biblia, Libertad de elegir mi camino. No estoy sola, dos hombres están siendo aconsejados por el Papa. Ansiosa espero, tengo tanto por decir, tanto por saber. Por ser perdonado. Él parece haber intuido mi pensamiento pues me mira a los ojos. Ese hombre tiene fuego ariano en la mirada. Un fuego flamante, aguerrido. El 5 es el número de la estrella llamada en Magia, pentagrama, la estrella de cinco puntas. Numerológicamente el número 5 significa la evolución del hombre. Un escalón más que da mi loco, después de encarnar al Emperador. Ahora es la dimensión de lo espiritual. El sacerdocio. La enseñanza exotérica. Oral y expansiva. Lleva la corona pontifical. Es el pastor, la autoridad que cuidará su rebaño. Guía cuya inteligencia y ternura encontrarán a la oveja perdida. En su mano izquierda un guante, símbolo de honestidad. Lleva la triple cruz. Con su otra mano hace la bendición. El Papa representa un aspecto de Dios. Venimos por su sabiduría, su ética que le permite el criterio y la capacidad de juicio. Su profundo conocimiento de la verdad y la belleza, la amargura y la esperanza; lo que venimos a buscar. Cerca del Papa me siento reunida en mi fe. En mi manera de acercarme a la divinidad y a mis hermanos. Siento la reconciliación de los dos hombres. Ahora es mi turno. 

El Emperador


Carta 4, El Emperador
“Saber cómo mirar es una manera de inventar”.
-Salvador Dalí-

Está mirando a la Emperatriz y su reino. Naturaleza y creación humana por doquier, intensa diversidad que no alcanzan mis ojos. El 4 que forma con sus piernas invoca el símbolo del planeta Júpiter, el Benéfico mayor, Dios más bondadoso, la expansión, la ley, el ritual, el maestro. También el número 4 es el cuadrado: la materia. 4, según la Numerología, es la realización del hombre. 4 las letras del nombre sagrado de Dios, Iod he vau he, que no deben pronunciarse. Entonces el Emperador gobierna sobre la materia y también está profundamente ligado al poder divino. Pienso en el Sol, regente del signo Leo, el rey, quien unido a las verdades celestes, es la voz de la supremacía, imponiendo el orden en la Tierra. Pienso en Faraón, rey y dios al mismo tiempo. Pienso en la autoridad, la administración y la responsabilidad que se necesitan para preservar aquello que nutre. Su corona, dorada y roja, parece un casco de guerra, voluntad y dominio, debe haber sido un valiente mago y guerrero, que después de años puede sentarse en su trono a contemplar la victoria. A disfrutar la riqueza y la fijeza que el trabajo interior otorga. Lleva el mismo cetro que la Emperatriz, símbolo de generación, pero en diferente mano, la derecha y activa. Predomina el azul en su ropaje, un poco de rojo marciano quizá para no perder el recuerdo de la acción que lo consagró Emperador. El mismo escudo que la Emperatriz, el águila de Zeus. Si pudiera acceder al rostro de Júpiter sería el del Emperador, bonachón, altivo. Cabello y barba blancas. El estallido creativo de la Emperatriz ha de ser dirigido por él, con mando y practicidad. Me entrega un puñado de semillas de mostaza y las deja en mi palma. Sonríe en una mueca de grandeza. Explica, como si fuera su joven hija, la difícil travesía de la semilla hasta convertirse en gigantesco árbol. Me mira y siento que me inventa, sólida, estable. Mis cuatro elementos a integrar. Cuatro puntos cardinales. Cuatro letras, hermanas que quizá en muchos años me acompañen en mi reino.



La Emperatriz


Carta 3, La Emperatriz
“Árbol de la esperanza, mantenme firme”.
-Frida Kahlo-

El número tres es resultado, síntesis y expresión. Frente a mí una mujer exuberante, maternal, ilimitada en la naturaleza. Sus cabellos blancos, pureza, como la nieve. Sentada en un trono, lleva corona y cetro. La Emperatriz es el primer personaje con un cetro. Y es una mujer. Ella ejerce poder sobre la abundancia de la Madre Tierra. Es protectora de lo que crece. Es a partir del fruto de la creación del Mago y el misterio de la Papisa. Emperatriz como estallido de creatividad y belleza. Generación y entrega. Todo lo que conozco de la tierra está contenido en ella. Su pensamiento está elevado a la nobleza, quizá a las virtudes que enseñan los taoístas, amor, sabiduría, cortesía, justicia y fe. Su mano receptiva impera con el cetro, un globo terráqueo del cual se desprende una cruz, si lo invierto es el símbolo de Venus. La diosa romana de la belleza y el amor. Afrodita para los griegos. Astarté para los fenicios, diosa también de la opulencia de lo natural. Astrológicamente, Venus es la manera de atraer, amar, limar conflictos, el impulso estético, la búsqueda de armonía y también la buena suerte. Se le llama Benéfico Menor. La Emperatriz es muchas diosas. Sobre su pecho un triángulo, símbolo del Espíritu. En su mano activa un escudo donde un águila, el ave consagrada a Zeus, dios griego del cielo y de la tierra, águila: símbolo del alma y de la vida. El bulto en su vestido azul y rojo me da la impresión de un embarazo. En este momento me siento rodeada de encanto, amor y bienestar. La Emperatriz protege. Me enseñará el orden invisible detrás de los fenómenos naturales. Tomará mi mano como si fuese su hija pequeña y contemplará, con los ojos de la gracia, mi feminidad. Te llamo madre, Emperatriz, te llamo diosa, te invoco para que me des la resistencia del árbol, la ternura de la flor, la perseverancia de la hormiga, la humildad del guijarro y la fuerza del yaguareté. 



La Papisa



Carta 2, La Papisa
"La carrera se hace en público, el talento en la vida privada".
-Marilyn Monroe-

Parece examinarme, ponerme a prueba, tal vez quiere saber si soy apta, en esa clase de aptitud que requiere la quietud del templo. Sus ojos son dulces y pacíficos, femeninos y discretos. Detrás de su figura, el velo. ¿Será el mismo velo que se rasgó en dos esa tarde al morir Jesús? Ella custodia el misterio. Ella sabe. ¿Podría llamarla Juana como la Papisa legendaria? Una corona, símbolo de poder y sacerdocio, un velo blanco para ocultar su cabello. Es casta esa mujer y sin embargo: fecunda como la Luna. Una cruz solar casi en su pecho. Astrológicamente la línea vertical representa el principio activo y si voy más allá diré que es lo divino, infinito, masculino; la línea horizontal es el principio pasivo y también voy más allá y digo es lo humano, finito, femenino: el cruce de ambas: todo lo que existe. En sus manos la Torá: Génesis, Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio: los cinco primeros libros del Antiguo Testamento, escritos por Moisés. Otros dicen que es el Libro de la Vida, que se menciona en Apocalipsis, del Nuevo Testamento, libro donde se encuentran los nombres de los salvos, quienes tendrán vida eterna cuando Cristo regrese. Puede ser cualquier Libro Sagrado. Su manto es azul profundo, como la noche generosa. Rojo por debajo, que asoma tímido, pues ella no hace, o mejor dicho, hace de una manera diferente al joven Mago. Pasiva. Ve. Lee mi alma. Sabe de la sensibilidad. De la introspección necesaria para acceder al ritual. La ciencia que oculta detrás del velo es su dominio. Fe y claridad para ingresar, honesta búsqueda. La Papisa sin decirme, sin pararse siquiera, da cuenta de la intuición y la videncia, la capacidad receptiva, el estar vacía para recibir la información celeste y colmarse de inspiración, como María fue habitada por el Espíritu Santo, como las antiguas pitonisas griegas era poseídas por sus dioses en oráculo. El número de la Suma Sacerdotisa, el dos, es de acción interior, símbolo de lo otro, lo opuesto que a la vez complementa. La Papisa aconseja navegar en mi territorio interno, encontrar el silencio y saber que hay secretos que es mejor guardar. 


El Mago


Carta 1, El Mago

“Lo importante es no dejar de hacerse preguntas.”
-Albert Einstein-

Mi Loco encarna a un hombre joven. Mercurial. Movedizo. Todo en él es ágil, rápido, versátil. Parece veraz, ingenioso. No escucho lo que enuncia. En el I Ching se dice que la alimentación es un movimiento de afuera hacia adentro, hay que ser prudente para saber qué elijo de mi afuera para nutrir mi adentro, pero “no sólo de pan vive el hombre”, por otro lado existe el movimiento contrario, de adentro hacia afuera, hay que ser aún más prudente: es la palabra. Dios creó al mundo con su palabra. El Rabí crea al Golem. Abracadabra y las puertas se abren. El Mago está creando su mundo. Buscando el Nombre Oculto. Advierto: yo también puedo crear. Su mano receptiva apunta al cielo con su varita, color tierra y color negro, el color del inconsciente, la varita es la representante del Fuego. Su mano activa empuña un oro, representante de la Tierra. Sobre su mesa de trabajo, los cuchillos, el elemento Aire y las copas, el Agua. Los cuatro elementos que derivaron de las cuatro cualidades primitivas, cálido, seco, húmedo, frío. Más tarde será Empédocles quien las agrupa y las nombre como divinidades, Zeus (Fuego), Hera (Tierra), Nestis (Agua) y Aidoneo (Aire). Más tarde vendrán Platón, Aristóteles y los cuatro elementos que conocemos ahora. Y los Elementales, seres que nos guían: salamandras, gnomos, silfos, ondinas. Estoy frente al arquetipo del creador, también buscador espiritual. Quien dispone, justamente, de los cuatro elementos. Fuego, deseo. Tierra, acción. Aire, pensamiento. Agua, emoción. Su sombrero en forma de ocho representa el equilibrio perfecto, mientras que el 1, lo activo, masculino, penetrante, el Cielo, el Dragón, diría el I Ching. Los colores de su atuendo me recuerdan al Loco, verde, amarillo, azul, naranja. Sus cabellos son blancos, pureza, y oro. No puedo escuchar sus palabras pero puedo ver que trabaja, se mueve, pregunta, responde. El Mago me dice ahora que dispongo de mi deseo, intuición, acción, percepción, pensamiento, sentimiento, para crear mi mundo, en los márgenes que dispone Dios. Un caldero en su mesa, evoco a la Hécate griega y su descendencia. Hay una pata de la mesa que no puedo ver, no sé si está bien arraigada a la tierra, sino es así, su trabajo puede caer y el honesto Mago podría transformarse en un charlatán o en quien no tiene la voluntad para llevar a cabo la difícil empresa de crearse a sí mismo. Según OSHO, la creatividad es una forma de vivir, cada acto hecho con consciencia es creativo, bello. Mi Maga interior brota con la fuerza del intercambio, la comunicación. Mi identidad se nutre con cada pájaro que sale de mi galera.



El Loco -Textos de mi pequeño libro: Mi Loco Peregrino-


Carta 0, El Loco

"Es bueno amar tanto como se pueda,
porque ahí radica la verdadera fuerza,
y el que mucho ama realiza grandes cosas".
-VIncent Van Gogh-

Empiezo mi viaje. Lo veo y me recuerda a un bufón. Al comodín de la baraja española. Un bufón capaz de gritar al rey sus verdades, sin perder la cabeza. Un comodín que me reconforta pues es todas las combinaciones, todas las posibilidades. Lleva un tocado de plumas sobre su cabeza, la pluma, símbolo de rectitud para los egipcios, diría la diosa Maat. Lleva un bolsito, me han dicho que allí sus vivencias pasadas, yo creo que allí los elementos que siendo El Mago dispondrá sobre su mesa en la Carta 1. Colorido su ropaje. Azul de comunión con las verdades cósmicas e intuición. Rojo marciano, acción. Amarillo como oro alquímico, inteligencia. Detrás de su figura, naranja, que me recuerda a las túnicas de los sannyasin, espiritualidad y verde, naturaleza, vida eterna. Le llaman el Loco pues nadie lo entiende. Nadie sabe dónde apunta su estrella. Hace según su lógica de inocencia, incomprensible para el resto. Lleva también una vara; quizá símbolo de poder, como Moisés liberando y guiando a su pueblo durante cuarenta años por el desierto; quizá símbolo de sacerdocio, como Aarón, el primer sacerdote de Yavé, cuya vara floreció por milagro. Un perro lo acompaña, mordiéndole la cola, un guardián, fiel protector, el Loco es Uno con el Todo. A veces le llaman el Tonto. ¿Cómo podría ser tonto quien hace por amor? El Loco camina en lo desconocido, en lo insólito. Arte cuando lo observo, ternura cuando estoy cerca. Su mirada es clara, como una flecha se dirige al cielo. ¿Quién sabe qué mensaje está escuchando El Loco? Su número, el 0, es el número de la energía sin principio ni fin. Contemplo en él, la energía como Fuego Sagrado que se amplía para recordarme que la única certeza es el enigma y su aventura. El Loco dice que yo también soy peregrina. Hay que despojarse para ir liviano, a cada instante la Madre Tierra nos habla y Dios nos da sus perlas.
Se dice que de poeta y de loco todos tenemos un poco, de poeta y de loco hay que tener un poco más.