Meditación

Alas y raíces
en el centro
cuando me encuentro
dentro y fuera de mí.





Afortunados los amantes

Cuando el amor es consumado, cuando Eros conquista dos territorios, las posibilidades son muchas. La patria, construcción nutricia y sana o la destrucción estéril y enfermiza. ¿Se trata siempre de una construcción? ¿O acaso el sentir solitario es capaz de configurar un amor puro, inmaculado, tal vez eterno? “Mirame, pero no me toques”, canta Madonna en su canción Masterpiece. Una obra que da cuenta de una mujer enamorada de un hombre inalcanzable, aquel que arrojó luz sobre la oscuridad. El espejo de pureza es quizá el más anhelado. La luminosidad ajena que resuena y expande la propia. La belleza de quien se ha consagrado a una senda de Servicio y lealtad al Arquitecto. Al igual que una aprendiz sigue los pasos. Con su propio criterio, que no niega a la divinidad, sino que la integra en plegaria, sanación, ayuda. Intocable puede ser el amado, pero el amor es bendecido por el misterio y el milagro. Ley de Causa y Efecto, Karma y su equilibrio, La Justicia del Tarot. Nada ni nadie puede robar una emoción, una ilusión, como un árbol de raíces poderosas y hojas tintineando con el viento libre. Los muros no limitan al amador. Lo mantienen vivo. A pesar del rechazo, de la distancia, el tiempo, las creencias y despedidas: afortunados los amantes pues de ellos serán la tierra y el cielo.