No recuerdo haber tenido comprensión tan estremecedora sobre
la Ley de Karma que ahora. Debe ser Urano en tránsito, conjunto a mi Sol ariano.
El rayo ilumina y se oye el trueno. Mis cruz encarnada es sacudida, poco está
escapando a mi llama. Estoy dispuesta a ver. OSHO dice que para ser un gran santo
primero hay que ser un gran pecador. Y me doy cuenta que si me dieran un día
por cada uno de mis pecados, sería bíblica la duración de mi vida. Un día por
cada vez que herí a alguien, que menosprecié, que no vi su valor, que desmerecí.
Me doy cuenta con más claridad aquello que dice Nana, ¿por qué no a mí? Y
entiendo el por qué sí. Y lo recibo. Quizá todas mis causas vulgares encarnaron
en el cuerpo de aquel que me hirió de gravedad. Pero no de muerte. Y lo recibo.
Y me doy cuenta. En la balanza, mi corazón ha sido más pesado que la pluma. La
diosa Maat no me lanza al monstruo pero sí a la aceptación de que hay maestros.
Recibo lo que me corresponde, lo que necesito para evolucionar. No dejaré de
equivocarme, pero trataré de ir más alerta a mi oscuridad.