Meditación

Alas y raíces
en el centro
cuando me encuentro
dentro y fuera de mí.





Soy lo que soy

Entiendo que los sentidos, a veces, son traicioneros, algunos taoístas les llaman bandidos cuando se conectan a una mente vulgar. Pero también comprendo que estamos encarnados, el organismo es un recurso para conocernos, el cuerpo es un maestro. La enfermedad puede ser un mensaje amoroso de un organismo que está mostrando un aspecto de la personalidad que se niega o desconoce. Un organismo que está pidiendo a gritos ser escuchado, así me enseñaron en Gestalt. Por otro lado, como poeta, puedo decir: los sentidos son la puerta de la magia. Nos anclan a las raíces y a las plumas. Mis ojos me permiten contemplar la bondadosa Luna, mi piel se estremece cuando el viento del otoño, escucho la voz de los pájaritos en comunión, siento el olor del árbol añejo que parece latir cuando lo abrazo, nadie puede explicarle a nadie el sabor de un chocolate.


En Occidente se nos alenta a vivir en los sentidos porque nos vuelven potenciales compradores. Cualquier objeto, cualquier estatus, cualquier vínculo que la publicidad propone me hará feliz. Siempre y cuando sea otra. Las bombas son nucleares e ideológicas, igual de efectivas. Se destruye el posibilidad de amor por uno mismo. Sé delgada, sé hermosa, sé joven, sé pelo brillante, sé auto, sé ropa, sé casa, sé vacaciones, sé profesional, sé madre. Las mujeres la seguimos teniendo más difícil.

Sé otra. Sé otra. Sé otra. No te sientas plena siendo vos misma. Si rasgás el velo y sos vos misma, probablemente te des cuenta que no necesitás las mierdas que te venden.

En el ámbito espiritual también a veces aparece lo mismo. Sé Jesús, sé Lao Tsé, sé Buda, sé Confucio, sé Mahoma. Es necesario en el sendero nutrirnos de los sabios, referentes para hacer crecer lo más noble dentro de cada uno. Pero encontrando nuestra manera, nuestro color. “No hay mayor milagro que darte cuenta: eres tú mismo”, dice OSHO. Si me exijo ser Jesús nunca seré yo misma, porque no soy Jesús, soy María José. En este punto me parece muy peligrosa la moda de "amo a todo". Es decir, un iluminado ya llegó, ya es parte del misterio, respira amor porque es amor, está en dios, está en sí mismo y fuera de sí mismo, el resto de nosotros, humanitos, simples y pequeños, no, somos peregrinos aún. 

Cuando crece el observador, cuando la mente toma el lugar que le corresponde, fiel servidora, puedo decir que me ilumino. Pero al menos en lo que a mí respecta tengo brotes de amor, de iluminación, no vivo permanentemente en ese estado. Y si bien nunca dejaré de buscar fundirme finalmente con Dios, no creo que lo alcance en esta vida. Y darme cuenta de esto, me relaja. 

Aquello de “amo a todo” a veces me parece una postura peligrosa, una manera de reprimir. Y de alentar la peor soberbia, la soberbia espiritual. Somos humanos, sentimos tristeza, sentimos angustia, sentimos odio, sentimos bronca. Me parece que la clave está en transitar eso que vamos sintiendo de una manera cuidada y productiva, por ejemplo, encerrarte en tu habitación, rodeada de almohadones, cerrar los ojos y darle lugar a lo que sea que ocurra, si es bronca, ser broca, después de un rato, se transformará en algo distinto, un recurso, una llave, una puerta.  

No es magia, es valentía y disciplina. Si en vez de transitar mi bronca, por ejemplo, recito un mantra de amor, yo no creo que lo esté trascendiendo, creo que estoy reprimiendo y a la larga, saldrá por otro lado. Quizá será mi cuerpo y el síntoma quienes me lo enseñen. 

Alquimia es transmutar, y para eso, tengo que meterme con la oscuridad, mi cuervo negro, tengo que verla, hacerme cargo de que es parte de mí, primer paso para la trasformación. 

Somos un proceso, como lo enseña el I Ching, los 64 hexagramas son diversos, hay de mucha luz y hay de mucha oscuridad, y cambian constantemente. En el Tarot de Marsellla el arcano que inicia el último septenario es justamente el Diablo, encontrarse con la sombras, para volver del viaje más sano y más sabio. En Astrología tenemos a Marte, planeta de la agresión, que hoy parece mala palabra, pero la agresión bien orientada es útil y necesaria. A veces es necesaria para poner límite, para preservarnos. Incluso a veces la agresión se interioriza, muchas enfermedades autoinmunes muestran esto, hasta en el plano mental, donde los pensamientos desvalorizantes dan cuenta de que estoy arrojando dentro de mí aquello que no arrojo afuera, que me viene y no discrimino. Los riñones saben discriminar lo útil, inútil o tóxico para la totalidad, hacia afuera lo que no sirve.


Y en otra dimensión, más allá de que podamos entender la Ley de Karma me parece que es digno sentir bronca, sentir tristeza, por un pibe que duerme en la calle, por un animal que es maltratado, por el hambre de tantos hermanos, por la tierra que es devastada por el hombre. Eso también nos vuelve humanos. Y creo que es una perla para darnos cuenta que tenemos que seguir en el sendero, para ser más virtuosos, para ver lo esencial, lo que ve el Principito, y acompañar a otros a que descubran por sí mismos que también lo pueden ver. Cuando se ve lo esencial ya no existe el "ser lo que el sistema nos pide", tampoco la exigencia de “ser un santo”, sino la aceptación y el amor por ir siendo cada uno lo que va siendo, desde la elección. "Amá a tu enemigo como a ti mismo", primero el amor es hacia uno, el perdón, el respeto, la compasión, desde adentro se va expandiendo hacia todo lo que rodea. 


¿Ustedes qué piensan?