Meditación

Alas y raíces
en el centro
cuando me encuentro
dentro y fuera de mí.





De fama y fortuna

Corré. Corré. Corré. El velo jamás será abierto. La ciencia oculta se reserva. La sacerdotisa niega la entrada al templo. Mientras, el sumo sacerdote mira con ojos de benevolencia y apertura. 1, 2, 3: duró tu fama. 1, 2, 3: duró tu fortuna. 1, 2, 3: duró el mandato cumplido. Saciaste la ilusión. Tu espejo es denso. De esa densidad con la que sólo un ángel puede moderar. A la creación precede la destrucción. La Rueda nos enseña que las fuerzas maléficas y benéficas en eterno movimiento, con la esfinge arriba, enigma, custodiando. La cumbre y el acantilado se suceden. El apego a uno u otro genera las ansias o las frustraciones, más, más y más. Quizá en el silencio encuentres tu horizonte. En el firmamento, algunas respuestas. Hacia el interior, tu verdad. Como el sabio anciano que nos habita, ya la ha encontrado, alumbra con humildad para no encandilar la ignorancia humana. Y el Colgado, quien abandonó toda búsqueda vulgar, cerca de fundirse con Dios, cuyas monedas caen de sus bolsillos. Se contempla digno, pacífico. No niego que la obra artística trasciende. Pero menos puedo negar que es el amor la fuerza más poderosa, capaz de desatar un milagro, aunque nunca lo sepas. El ego se alimenta de ego. El hombre elevado se alimenta de pan y de palabra. Transcenderá en lo ilimitado por su compasión. A veces la alcanzaremos, a veces no. Pero vale la alegría y a veces el dolor, al menos intentarlo.