Meditación

Alas y raíces
en el centro
cuando me encuentro
dentro y fuera de mí.





Cuidatena

El aislamiento se lleva. No es saludable ser llevado por el aislamiento. Cada uno despliega aquello que puede. Ronda el peligro. Pero el Ojo que Todo lo Ve protege, es fuerza y horizonte y sus manos no nos soltarán. Jamás. Nada puede ser escondido a su visión. Mientras, hay quienes nutren su empatía y quienes nutren su violencia. 

La vida es un milagro, una aventura, una bendición. De enigmas, de retos. De dolores y celebraciones. La apuesta de aprender y aprendernos se ha vuelto más intensa. A veces, ansiedad, a veces miedo, a veces tristeza. El desafío de ser hermanos entre sí, hijos de la Madre Tierra. Hermanos de cada Reino de este bello y bondadoso planeta. Océanos y cordilleras. Selvas y desiertos. Y el cemento. Sin embargo, la naturaleza siempre es más fuerte. La pequeña planta, creciendo entre baldosas nos enseña valentía. 

El coraje lo considero una virtud. Tan vital en este tiempo, cuando acecha un violento agresor. Sin rostro. Convocando lo mejor y lo peor que nos habita. Convocando espejos, para reflejar nuestras mujeres y hombres interiores. Vulgares y virtuosos. Lo enuncié, cada uno hace lo que puede. Sin embargo, en la siembra existen sombras y luces, que se arrojan hacia afuera o se trabajan desde dentro. No escribo porque yo lo esté logrando sino porque lo intento. Sin acierto, muchas veces. 

“Sólo el Amor salvará al mundo”, así lo aprendí. Y así lo creo. A pesar de que mis monstruos tienen oportunidades para arremeter. Para devorarme y devorar, si no voy alerta.  
Las pocas veces que he salido, fui ansiedad, fui tristeza. No pude no identificarme ni trascender cada emoción. Barbijos y guantes. Distancia voraces. Bolsas como brasas, donde caminar. Precauciones adecuadas o no, los medios de comunicación, generalmente, promueven pánico y contradicciones. Supongo que la mayoría estamos vivenciando las precauciones, el cuidado. El miedo. Supongo que por momentos, conseguimos trasformarlo en algo diferente. El Reino Humano, Aquí, Ahora, ha de ser unión. Aquella que nos enseña sobre la benevolencia, justicia, sabiduría, cortesía y Fe (profesan ciertas escuelas taoístas en Buenos Aires). No nos es, no me es, tan sencillo ser hueso y carne de tan fundamental apuesta. 

Estamos sufriendo pero también estamos aprendiendo: aprender: mi esperanza, mi anhelo. Ciclos se abren y ciclos se cierran, me compartió mi hermano menor. Desde la dimensión afectos, amistades, situaciones, hechos. Se descubre el verdadero amor y de igual manera, la agresión, la indiferencia. Se permite, fugazmente, el humor, en el intento de una sonrisa. Hay muchos que oran y danzan por la sanación. Y el abrazarse a uno mismo, conexión con la vida. 

La feroz cuarentena, que todos debemos cumplir. Y la profunda gratitud hacia tantos que están dando su cuerpo y corazón para cuidarnos. Arriesgándose. Los que cumplimos el aislamiento, podríamos comprender que tiene un pequeño aunque poderoso haz de luz. Nos brinda la oportunidad de mayor silencio para reencontrarnos con nuestra verdad. A Sai Baba, un devoto le preguntó: ¿qué es el Alma?, Baba respondió: la porción de Dios en ti. Siempre recuerdo sus palabras. Frente a esta fase brutal, intentemos comunión con nuestra Alma. Que la adversidad no nos transforme en enemigos. Sino en pájaro, flor, piedra. Ser humano, ser amador y ser amado. 



Desde el encierro, 
maría josé lópez tavani


"No desesperes", Gondwana.