Meditación

Alas y raíces
en el centro
cuando me encuentro
dentro y fuera de mí.





"Amores cobardes"

“Mi derecho a hablar”, canta Silvio. Mi derecho a sentir. La obligación elegida, vulgar, de sostener las palabras en la garganta. Sufrientes, hambrientas. Sin atajos. Sin salida de emergencia. Por momentos puedo ser testigo de mis pensamientos. Porque mi Consciencia, que le llamo Dios, susurra: no le creas a la mente, no es real. La verdadera mujer que soy está por detrás de la mujer que piensa. Sin embargo, a veces, soy la emoción. Me identifico. Sin embargo, encontré un puente, me lo ha enseñado OSHO. Yo soy tristeza, mi totalidad lo es. Y así, con la intensidad que arremete, con mis barcas hundidas, me trasciendo. También me enseñó que la tristeza nos ofrenda mayor silencio. Propone danzar. A veces, no puedo. Valoro solamente mi silencio. O me convierto en estas letras para menguar mi dolor. Aceptar la crueldad ajena es aceptar la crueldad que habita interiormente. La elegí. Postergué el final, hasta que lo obvio fue visto y desde allí, caminé hacia el acantilado. Primero, la bronca. Luego, la llaga. Hacia él. En mí. Perdonarse es el primer peldaño. Luego, perdonar al otro. La liberación. No es sencillo como algunos profesan. Numerosos conocimientos pueden aprenderse en libros, pero la vivencia es el tránsito que más enseña. Sostener un vínculo que daña es igual a elegir dañarse. El hueso es fuerte pero con un golpe hábil puede quebrarse. Hacerse cargo de lo propio es difícil. De las decisiones que tomé y que tomó. Comprendí que el “corazón oscuro” por el que me dejé atrapar, era eso, oscuridad. Un corazón cobarde, en tal medida, que se descubrió cruel. Aquí y Ahora, no se trata de él sino de mí. Aquellas conductas que repito. Mi Venus ariana en Casa XII (morada de lo oculto) que todavía no he podido re-significar. Fui la víctima porque además fui la victimaria, ambas convivieron y conviven en mí. No se trata del “corazón oscuro” sino de mis núcleos de oscuridad. Uno de ellos, devorándome, atacando mi sensibilidad en vestimenta de látigo. Mente como señora. Mente como parásito. Crueldad para torcer el eje. Ninguno de los dos somos culpables. La culpa, me decía la psicóloga gestáltica Maya Zuretti, es la imposibilidad de aceptar un error. Error es pecado. Mi bronca contenida. Más tarde, cauce abierto y feroz. Hacia él. Sé: soy el mundo. Cauce feroz en mí. No soy alquimista, soy apenas aprendiz. Del plomo (Saturno) al Oro (Sol) representa un camino, vasto en peligros, para la transmutación. La Luz. El Arcano El Sol (Tarot Marsellés) entre numerosos significados nos trae: la fraternidad. Aquella que no pude tener. Podría engañarme, decir que la cobardía y la crueldad no fueron mi territorio sino de él. Pero mis hilos de sombra eran también de hierro. Y el corazón oscuro era de ambos.