Meditación

Alas y raíces
en el centro
cuando me encuentro
dentro y fuera de mí.





Que no será

Una vez escribí que el amor solitario, aquel que busca tal vez lo imposible, no da muerte al amador sino que muchas veces lo mantiene vivo. Cuando la verdad ocurre y la idealización cae, lejanía y tristeza atraviesan por el amor creado a fuerza de entrega, ternura y esperanza; amor que se transformará al igual que el otoño cae sobre la tierra y sobre cada corazón humano, para recordarnos que un hecho, situación, vínculo también se transforman. Corresponderá con el deseo o no. Hará frente a los para qué o no. El amador solitario ha de descubrir que le enseña sobre sí mismo el espejo y el ensueño que aún ama. Quizá, en primer lugar, su capacidad de amar. Quizá, su anhelo inconsciente de ser rechazado. Quizá, la evasión de heridas pasadas que no han cauterizado. Quizá, la dimensión de una soledad que arrasa. Quizá, la incontenible y aparente pureza de su amado. Quizá, el propio "corazón que se esconde". Cada quien guarda sus para qué. Se tiene la oportunidad amorosa de dar luz sobre ellos. El conocimiento sobre sí mismo. La aridez y lo oculto convocan valentía. Probablemente, tiempo y paciencia exige la liberación. Mientras el dolor, por lo que fue y lo que no. Que no será.