Meditación

Alas y raíces
en el centro
cuando me encuentro
dentro y fuera de mí.





El asombro

No se trata de acertar. Alimentar el ego estéril, el tonto “cuanto sé”. El Tarot es un camino de autoconocimiento. Para quien se consagra a él. Y una propuesta para quien consulta. Lleva años de estudio y prácticas. Aperturas. Técnicas que se orientan al crecimiento de la intuición. La integración de diversos saberes. 

El Tarot implica la responsabilidad que demanda el Servicio, el ayudar al otro. Ética. Discreción. Cuidado, belleza y simpleza en el discurso. Responder lo único que debe ser respondido. Forjar una apertura de Tarot es ofrecer un espejo. Que colaborará con el consultante para que descubra algo propio; a veces se consumará y a veces no, dependerá de su receptividad y apertura. 

Siempre se lee en el presente. Lo único real que da cuenta de la causa o el efecto que transita el consultante. También es importante contar con guías, aquellas que por experiencia y sabiduría saben más que nosotras. 

La lectura de una tarotista no es la verdad, las verdades habitan en la interioridad del consultante. Podemos leer mal, regular, muy bien, siempre es esencial advertir que el error es una posibilidad. Tan humana como en cualquier disciplina. De talentos que aparecen o se esconden, como en cualquier arte. 

También es vital recordar que se sabe poco, la peregrinación es interminable, repleta de peligros, perlas, transformaciones. Fuerzas que nos brindan los Arcanos, entidades vivas, aliados en la introspección y las situaciones que atraviesan nuestra vida. 

Se sabe poco, las puertas del templo son angostas, y la Sacerdotisa nos confirma que ser aprendices es nunca perder el asombro.