Meditación

Alas y raíces
en el centro
cuando me encuentro
dentro y fuera de mí.





Casa astrológica XII

La última Morada, correspondiente al signo de Piscis. 

No puedo evitar pensar en El Colgado, Carta XII, del Tarot Marsellés. Arcano del sacrificio por amor, la unión con Dios, la parada que implica la asimilación necesaria después de intensa peregrinación, que continúa hasta la Carta XXI.

También recuerdo las doce tribus de Israel, los doce apóstoles de Jesús, los doce meses, los doce signos, las doce Casas astrológicas. El doce evoca la idea de ciclo cumplido. Al igual que la Casa XII. 

Una vez, un astrólogo rosarino, Gabriel Borla, me dijo: con planetas en XII tenés que entregarte a Dios. Fue hace varios años, sin embargo aún lo recuerdo. Es una especulación: en XII el ego se disuelve para fundirse en las aguas del Creador. Pero también es patria de encierros, hospitales, cárceles, espacios cerrados, pruebas que desgarran. E intensas sensibilidad e intuición. 

En la antigüedad se consideraba de los enemigos ocultos. 

El astrólogo Eugenio Carutti señala que los planetas en XII han recorrido un largo sendero -como el Tarot lo propone-, el cual implica que todos los arquetipos posibles -que encierran y a la vez revelan los planetas; como dioses que actúan de un modo, el signo; y en asuntos concretos, las Casas- están presentes en ella. También supone que, a modo de espejo, reflejan los arquetipos propios de aquellos que se acercan a quienes tenemos planetas en la Casa mencionada. 

Según la astróloga Alicia Álvarez, los planetas en XII tratan de salir de las sombras, de encontrar su fulgor, apoyándose quizá en los aspectos benéficos, armoniosos, con otros planetas, relaciones como aliados capaces de estimular los dones escondidos. 

Dicha morada al corresponder a Piscis puede implicar dos posibilidades: la elevación del signo, que podría tomarse como la vida monástica, quizá un tanto peculiar o, desde mi comprensión, la poderosa oscuridad de la energía pisciana: el ocultamiento, la mentira, la estafa material y/o emocional. 

Desde mi experiencia, Venus, Mercurio y el Sol; es decir, la forma de amar y el impulso estético -término acuñado por Eloy Dumón- (sólo enunciaré los significados más sobresalientes) -Venus-; la mente concreta y la palabra -Mercurio-; la identidad, la parte iluminada de la mente, la integración -Sol-. Al menos en mí, entre muchas vivencias, han implicado: amores ocultos -Venus-, una manera peculiar de entender y expresar -Mercurio- y profundas confusiones respecto de quién soy -Sol-. Además pienso que me ha otorgado la bendición de la Poesía y la lectura del Tarot, entre otras artes. 

Pero actualmente en la Astrología: -con Kepler se dividieron finalmente la Astrología de la Astronomía, según Carl Sagan- planetas, asteroides, puntos sensibles, Casas, ángulos, aspectos: pueden re-significarse, siendo compañeros en el proceso de autoconocimiento que alienta la milenaria correspondencia entre Cielo y Tierra: “como es arriba es abajo”. 

Asimismo, la XII es el servicio desinteresado. La compasión por los animales grandes, por la naturaleza, por la humanidad. También el arte: cine, poesía, música; manera de trascender la sombra de la Casa que estamos exponiendo. Y se cree que es instancia de milagros, por ejemplo, decir o hacer que impacta mágicamente en otro, cambiando intensamente estructuras, convocando anhelos, sueños y descubrimientos, que seguirán su cauce; tal vez el poseedor de sus planetas en XII nunca lo sepa. Pero el Ojo que Todo lo Ve siempre sabe. 

Una conclusión personal, quizá equivocada, quizá compartida, en la morada más misteriosa puede contemplarse la antigüedad del alma. Enuncio alma, desde la concepción católica: dimensión psíquica y emocional de cada ser. Lo que sí es territorio de la mayoría de los estudiosos de la Astrología es que en la profundidad del océano se esconden las perlas, se requiere valentía, prudencia y sobre todo introspección. 

Al representar también espacios cerrados, siguiendo el sendero de una perspectiva luminosa, podría tratarse, por ejemplo, del caso de un consultorio donde el Terapeuta -con planetas en XII- acompaña a su paciente en la sanación. Y podríamos estar frente a un guía espiritual, un consejero, un artista -incluso consagrado como Madonna, como los amados David Bowie y Leonard Cohen-, y a quien la vida -como dice Benedetti- lo ha obligado, muchas veces, a parirse a sí mismo. 

Duele la Morada, otorga el llanto y hasta el grito, pero acrecienta la empatía y el amor. Si hay que entregarse a Dios, hay que confiar, hay que creer: después de la tempestad arriba la plenitud.