Meditación

Alas y raíces
en el centro
cuando me encuentro
dentro y fuera de mí.





Neptuno

Neptuno, helado y gigante. De anillos sutiles. Su camino alrededor del sol es de 164 años, aproximadamente. Poseidón para los griegos, dios de las aguas. En él todo es difuso. Como la niebla sobre los mares. Como la aparente tranquilidad de la superficie que esconde el maremoto próximo. Nada es lo que parece frente a Neptuno. Si bien no se relaciona con ninguna carta del Tarot Marsellés, yo elijo evocarlo en la Carta 10, La Rueda de la Fortuna, imagen donde una rueda gira sobre el agua, representando las fuerzas benéficas y maléficas de la naturaleza y del corazón humano, en la carne de dos seres, uno asciende (Hermanubis), el otro desciende (Thipón) y arriba, en equilibrio, la Esfinge, el eterno enigma. Como ya he escrito, venimos del agua y quizá deseamos volver a ella. Neptuno, astrológicamente, es el refinamiento, la inspiración de místicos y artistas, de médiums e idealistas. Al ser la octava superior de Venus: es el amor universal. Compasión. Empatía. La purificación y sutileza. También el cine. Neptuno es el chamán que nos habita, la apuesta de desplegar la espiritualidad y el trance.