El cangrejo, su imagen arquetípica, quizá saliendo del
estanque como en la carta del Tarot Marsellés, La Luna. Tan sólido por fuera,
tan blando por dentro. Como ciertos huesos, cuya dureza preserva lo más
delicado, la médula ósea. Regido por la gran Madre, la Luna, quizá por eso la
nostalgia, la fidelidad al clan, la mirada hacia al pasado, la sensibilidad, el
apego a la tradición y la patria. También la intuición, dimensión de los
signos de agua. Quizá se calle, quizá se envista de una armadura, quizá llore
en soledad y lejanía. Susceptible, soñador, romántico. Pero tiene tenazas,
sabe protegerse, y emprende y protege desde su mundo anímico. Dudo que
ataque. La agresividad no es dominio de Cáncer, así lo veo. Tal vez su estómago hable. Duela.
Pero la Luna es bondadosa, el agua constantemente se transforma y la vivencia
de sus sentimientos puede hacerlo llegar a esa raíz donde nadie puede entrar, virgen,
pura, al igual que su color, el blanco.