Meditación

Alas y raíces
en el centro
cuando me encuentro
dentro y fuera de mí.





Leo

Fuego. Fijeza. El león. El emperador. Que conectado a las verdades cósmicas, ruge para instaurar la justicia y el orden en sus dominios. Regido por el Sol, cuyo metal es el oro. Yo quiero, sus palabras clave. Asusta su cercanía, avasalla con su seguridad. Puede ser habitado por la opulencia y el brillo dorado. Excesivo. Puede pretender mucho. De intenso orgullo y liderazgo. Pero de profunda generosidad y lealtad hacia los que ama. Sabe sobre la venganza. Es implacable. Su carisma y vitalidad son las llamas que se amarran a su deseo. Me recuerda a los reyes asirios, la ferocidad que arremete, devora, conquista. Pero detrás de la aparente bestialidad, un corazón tan grande como los territorios que ha ganado, a fuerza de inteligencia, estrategia y coraje. Si es herido, no lo olvidará. Si atacan a su clan, tampoco. Las garras y los colmillos listos en el avance. La sangre despierta. El corazón, órgano que rige Leo, listo a defender lo que conserva, lo que protege, lo que ama.