Meditación

Alas y raíces
en el centro
cuando me encuentro
dentro y fuera de mí.





Marte

Ares para los griegos, detestado por todos los dioses del Olimpo, menos por Afrodita, atraída intensamente por el dios de la guerra. En el caso de los romanos, pueblo guerrero, Marte, en sus comienzos, tenía un aspecto diferente pues era relacionado con la valentía, la victoria y la abundancia de la Madre Tierra, luego fue concretamente divinidad de la guerra. En el caso de Grecia, no era respetado debido a su carácter débil, capaz de huir frente a instancias decisivas. Es el planeta que se observa con mayor facilidad: una estrella roja arrojada al inconmensurable firmamento. Marte es habitado por intensas tempestades. Deimos y Fobos, satélites que lo acompañan. En el Tarot de Marsella se lo asocia con la carta 11, La Fuerza, una mujer que con refinamiento abre las fauces de un león, quizá el principio de la Alquimia, transmutar nuestros pecados y vicios, el plomo, en virtudes y salud, el oro. Astrológicamente, regente de Aries, su color rojo, representa el avance, la energía de conquista hacia afuera, la ambición, el deseo, las ganas de llegar al objetivo, también la valentía y el impulso sexual. Necesitamos a Marte, aunque tenga mala fama, necesitamos la meta y la voluntad, el poder. A veces guerrear, en justa ley, por lo que anhelamos. Paracelso, cirujano, astrólogo, inventor, amante de las plantas, decía: “Nada es veneno, todo es veneno, la diferencia está en la dosis”. Siglos después, David Bowie se preguntaba: “¿Hay vida en Marte?"