Meditación

Alas y raíces
en el centro
cuando me encuentro
dentro y fuera de mí.





Los 22 arcanos del Tarot Marsellés

Una vez me dijeron: el Tarot es un viaje de ida. Yo agregaría también que es otra dimensión. Una donde la gracia y la sabiduría configuran otro tiempo y espacio. La peregrinación por los 22 arcanos mayores del Tarot de Marsella requiere valentía y prudencia. No es fácil descubrir que detrás de cada personaje, cada fuerza, se esconde un tesoro oculto capaz de revelarse si uno se mantiene alerta. Receptivo, como nos enseña la antigua Luna. 

Comenzamos con la carta 0, energía sin principio ni fin, la locura del amor que desconoce límites, El Loco, la libertad y la inocencia, la mirada clara de que sigue su estrella, la lógica de quien es uno con la totalidad y emprende y avanza. Arte. Fuego Sagrado, como me gusta llamarle. 

La carta 1, la fuente, el inicio de un joven Mago que dispone de sus pensamientos, sus acciones, sus emociones, sus deseos, el buscador espiritual capaz de construir su propio destino, en los márgenes que Dios dispone. 

El 2 como polaridad, principio receptivo, la Sacerdotisa que custodia el misterio, ella nos enseñará que la introspección es necesaria para acercarse al templo. 

El 3 es resultado, La Emperatriz en su estallido de belleza, naturaleza y bondad, la sensualidad, el primer personaje que lleva un cetro. Generación. 

Pero aquel brote creativo ha de ser custodiado y guiado por El Emperador, número 4, el cuadrado, la estabilidad, el dominio de la materia. Y la riqueza.

Más allá el dominio de la espiritualidad que nos trae El Papa, 5, la bendición, la enseñanza práctica y oral, la ética, el criterio. 

En El Enamorado, 6, la elección: voluntad y poder al servicio del bien o al servicio del egoismo: virtud o vicio. 

En El Carro encontramos al joven mago, ya triunfador, seguro de sí mismo, mostrándose al mundo, 7. 

La carta 8 es la Justicia, que nos mira a los ojos pues sabe las causas que hemos sembrado, y sus efectos. 

Llega el Hermitaño, 9, guiado por la luz de su alma, protegido por su capa, las dudas materiales aún presentes en un sabio. Él no encandila, camina humilde, con pasos lentos.

La Rueda de la Fortuna, carta 10, la enseñanza de que sólo permanecen el cambio y el amor, también la rueda del Karma, cuya esfinge mantiene el equilibrio de las fuerzas benéficas y maléficas en el corazón y en el afuera de cada hombre. 

La Fuerza, 11, el principio de la Alquimia, la hechicera que abre con refinamiento las fauces de un león, la bestialidad ha de transformarse en oro. 

El Colgado, cuyo número, el 12, nos trae un ciclo, de meses, de signos, de las tribus de Israel, de discípulos de Jesús, también se le llama El Apostolado, nos trae el sacrificio por amor, es un fruto maduro de cabeza a la tierra, que abandonó toda pretensión mundana, está asimilando, está encontrándose con Dios. 

Más tarde, la gran transformación, el arcano sin nombre, número 13, el esqueleto color carne que nos invita a soltar viejos mandatos, deberías, conceptos, situaciones, vínculos; implica dolor, pero es un dolor que será fértil. 

Después del desgarramiento: el ángel de La Templanza, con las alas bien abiertas, las dos jarras: el fluido vital, también el caudal del pensamiento, hay que templar, hay que purificar con la ayuda de la protección del emisario de la divinidad, 14, que nos otorga la sanación. 

Ver en los ojos de nuestros pecados, El Diablo, carta 15, hermafrodita, salvaje, quien también todo lo ve, traicionero pero leal a la perla que se esconde en la profundidad, puede haber genialidad, misticismo, sexualidad. 

La Torre, 16, que intentó llegar al cielo, alcanzada por el rayo de fuego, la energía se libera, la base sigue siendo un círculo donde las sombras no son capaces de entrar. 

La Estrella, la esperanza, carta 17, la joven mujer cuya desnudez es iluminada por los astros, embelleciendo las aguas y su vida, en comunión con la naturaleza, como un chamana. 

La gran Madre, 18, La Luna, poesía, magia blanca, intuición, videncia, el principio receptivo en su intensidad. Lobo y perro que aúllan, el cangrejo saliendo del estanque. 

Después de la noche, 19, la luz y su calor, la bondad del Sol, todo florece y se ilumina, se clarifican las ideas y quizá las emociones, hay triunfo, hay honor, hay fortuna, gracias Padre Sol por tu caricia. 

Carta 20, El Juicio, somos convocados a la resurrección, vida nueva que no desmerece el pasado, lo integra, el niño despertando de su tumba, es llamado por el ángel, mientras sus padres nos recuerdan que cada ser humano es cuerpo, alma y espíritu. Es el milagro, la unión de la familia, que agradece, que cree, que escucha. 

Y la consumación, la recompensa del extenso viaje, carta 21, El Mundo, la danza final, la mujer dentro de la elíptica de laureles, rodeada por un ángel, un águila, un buey, un león; alegría y verdad, el Universo que se expresa en los cuatro elementos, fuego, tierra, aire y agua, y la mujer, quizá hermafrodita, con su varita naranja, el color de la espiritualidad; hemos llegado, hemos vencido, el alma triunfó sobre lo vulgar, el viaje ha terminado o ha empezado, depende del coraje y la búsqueda.