Meditación

Alas y raíces
en el centro
cuando me encuentro
dentro y fuera de mí.





Figuras de la Corte: los Reyes

El Fuego finalmente ha crecido, sabiamente, para alumbrar y dar calor. El deseo está consumado. El Rey de Bastos contempla a su Reina y ella, a él. Rojo de acción predomina en su vestidura, algo de verde y una capa amarilla. Sostiene la vara, símbolo de su poder. Debajo, una pequeña salamandra. Posiblemente, compañera de su esposa chamana. En su trono, leones, referencia al signo de Leo; también más salamandras, mordiéndose la cola, al igual que el ouroboros: la eternidad, el ciclo infinito, circular. Sabe manejar sus impulsos, la terquedad propia de Aries. Es bondadoso y expansivo como el centauro. 
El Rey de Oros observa la abundancia de su territorio. Fértil. Colmado de belleza. Lo consiguió, se rinde ante él la creación material, humana, y el arte que la Madre Tierra configura. Su ropaje está dibujado por numerosas uvas. Supo ser cauteloso, como Tauro. Supo encontrar su lógica, analizar hacia dónde y cómo, discriminar. Al igual que la joven virgen en la cosecha. Desplegó la perseverancia, propia de Capricornio. Ahora el placer, el disfrute de la empresa conquistada, estable finalmente. 
Se parece a la Justicia, Carta VIII. Mira de frente el imponente Rey de Espadas. Vestido, casi por completo, de azul. Recuerdo el misterio del océano y el cielo. Su trono está labrado con mariposas, representantes del alma para los griegos. El pensamiento puede convertirse en compasión, ternura. En un bosque, quizá espera las respuestas que un pájaro puede ofrecerle. Aun así, no se dispersa, como Géminis. No impone a la fuerza sus ideas, como Acuario. No ofrenda cortesías vulgares, como Libra. Ha vencido las sombras, brilla, habitado por la luz de los signos que lo representan; el conocimiento, la originalidad, la búsqueda de armonía. 
Sobre el mar, el Rey de Copas. Conquistó sus emociones, no es arrasado, no es quebrado por ellas. Su copa es amplia, quizá evoca a Piscis. Soñador e intuitivo. Penetrante y magnético, al igual que Escorpio. Se transformó de escorpión a águila. Protege a su clan, románticamente. Fiel a la tradición, a sus raíces, como Cáncer. 
Cuatro hombres, cuatro realizaciones. Fuego, Tierra, Aire, Agua; en celebración y plenitud. Llegué al final de mi viaje. Comprendo el fulgor de lo receptivo y lo penetrante. Aprendí qué se esconde en cada personaje, fuerza, situación. Que se irán combinando, el azar no es lineal. Sé: soy habitada por muchos seres, sobre todo, por las Reinas, quienes me susurran: la vida se trata de ciclos, una rueda que gira sobre el mar, después de la destrucción se enciende la creación. Y Hermanubis, otra cara de Dios, te recibe.