Meditación

Alas y raíces
en el centro
cuando me encuentro
dentro y fuera de mí.





No hay nadie como tù*

 Se dice que quien no se ama a sí mismo no es capaz de amar a otro. 


“Ama a tu prójimo como a ti mismo”, exhortaba el Maestro Jesús. “Como a ti mismo”. 


La creatividad, a veces, arremete para recordarnos: tenemos mucho por celebrar y celebrarnos. 


Abrazarse, arrullarse, como el bebé y la madre al mismo tiempo. Sintiendo el amor por lo que se elige ir siendo. Diciendo: te amo, gracias. Podría ser un gran ejercicio diario. Muy Sanador.


Amarse a uno mismo implica confiar, pero también desconfiar de los intentos de los medios de comunicación, de las redes, de la sociedad de consumo,  de crear expectativas, de ser otros a la espera de un status, un objeto, un deseo. Ser uno implica aceptarse. Sabiendo que las luces y las sombras siempre acechan. Sabiendo que algunos de los monstruos que nos habitan, pueden ser extinguidos por la luz de la consciencia. 


Muchas veces nos aferramos al pasado. Mientas, el futuro es la ambición constante. Y así, nos perdemos  el Aquí y Ahora; cuando somos infinitos en la unidad con todo aquello que nos rodea y nos penetra. 


Desde Oriente nos enseñan: dolor no es igual a sufrimiento. Acotamos que el dolor es tan humano como la alegría mientras que la mente saltarina, difusa, oscura,  puede ser capaz de condenarnos. Sufrir por lo que hice o no hice, sufrir por lo que no llega. Sufrir. 


¿Cuánto espacio nos queda allí para amarnos? Para saber que somos únicos e irrepetibles. Para que la mente no  sea quien nos piense sino que seamos nosotros, desde el interior del ser, los responsables en la peregrinación de integrarnos para amarnos. 


Despertar en el amor, a fin de cuentas.


Una consigna, añeja, de los luchadores del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social era: “el trabajo digno empieza por casa”. Parafraseando advertimos: el amor empieza por casa.


Retomamos para dar cuenta de que quien no se ama en hueso y médula, en alma y chispa divina, no puede llegar a la intimidad con un otro, no puede transformarse en un círculo con su amado, con la piedra, con el árbol, con la flor. 


Se llenará de arrepentimientos  sin dirección, de proyectos para soñar,  sin raíces. Tal vez, quizás,  buscará con desesperación el amor. 


En otra dimensión, sabia, benéfica, caminará con su soledad en dignidad y amor por su sendero elegido. Su amor será expansivo. Se amará y será capaz de amar. 


Ser un rebelde por elegir ser uno mismo, en la luz del espíritu. 


La sociedad teme a los rebeldes. Teme a los que se autovalorizan pues no compran mandatos ni chucherías. Siempre tenemos la oportunidad de no correr, de vernos hacia adentro y elegir ser. No somos robots, somos seres vivos. 


*Canción de Calle 13


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