Carta 14, La
Templanza
“Para la mente que está quieta, el universo entero se rinde”.
-Lao Tsé-
-Lao Tsé-
Verde
que late. Un ángel. Sí, un ángel. Su cabello es azul como el del Colgado. Lleva
el símbolo astrológico del sol. Su vestido es simétrico y simple, rojo, azul y
amarillo. Sobre su pecho un cuadrado, dentro un triángulo. El Espíritu
contenido en la materia. Carga dos tinajas, una roja y la otra azul, podría ser
una de oro y otra de plata. El líquido que vierte en verdad es una fuerza
firme. A La Templanza le llaman el ángel del tiempo, cuyo flujo representa el
pasado, el presente y el futuro. Mira hacia donde está el arcano sin nombre,
aquello que la muerte desunió: es purificado por el ángel, el alma es su
material. Llegar a lo más sutil, su objetivo. También puedo ver en las jarras
las fuerzas activas, masculinas y las fuerzas pasivas, femeninas. La palabra
templanza representa moderación. El flujo de las jarras además da cuenta del
caudal del pensamiento. Si logro encauzarlo como recurso, habré conseguido
estar más cerca del Espíritu y un poco más lejos de la carne. El ángel me
observa con ojos cálidos. No habla, pero sólo basta el movimiento de sus
cántaros para el aprendizaje. Si se trata de atemperar, se trata de hacer más suave
mi pensamiento hasta aquietarme por completo. Tarea difícil. No estás sola para
hacerlo, somos una legión de guardianes, acompañando tu proceso, dice. El
número 14 significa el camino de la transformación. Estoy en una instancia de
belleza e inspiración. Protegida por un ángel. En la dura tarea de aquietar mi
mente. Quiero rendirme al universo, nueva. Quiero la paz de todas las mujeres
que me habitan. Quiero mi alma dulce. Quiero ser colmada por el Nardo. Tiempo,
dice el ángel, tiempo y elevación.