Carta 16, La Torre
“(…) sobre la cornisa,
esperando el milagro”.
-Las Pelotas-
esperando el milagro”.
-Las Pelotas-
Veo
en mi abismo. El abismo del mundo. Me siento atrapada. Encerrada en una torre.
Presa de mi soberbia, cual Torre de Babel. Así es la torre que observo. Quizá
así eran los observatorios babilonios donde estudiaban los astros o los
zigurat, sus templos; así los habrán visto los hebreos durante su cautiverio en
Babilonia; hasta que Ciro el Persa los liberó. 16 significa el equilibrio de
los contrarios. El arcano 16 se vincula a Capricornio, signo de reputación y
carrera. También ambición. Perseverancia. Una pluma de fuego, similar a un
rayo, -que en 2018 puedo interpretar además como la intervención de Urano,
representante de los cambios imprevistos, la mente abstracta, la originalidad-
hiere la edificación. Caen dos hombres. Parecen flotar en vez de caer. Quizá
porque el fuego iluminó mi inconsciencia y la de los hombres. Necesario era el
golpe. La destrucción divina. Nos libera del error. La energía liberada son las
gotas coloridas flotando por doquier. La Torre como el mundo visible donde
ahora encarna el mundo invisible, espiritual. Sus ladrillos podrían ser el
cuerpo material. Y sus tres ventanas, la división tripartita del hombre:
cuerpo, alma y espíritu. Cielo limpio y fuego. Rayo que provoca la salida de la
prisión. Antes esperaba el asombro en la cornisa de la Torre, ahora comprendo:
es más abajo. El Fuego lo ha revelado. La Torre ahora es La Mansión Dios. Un
templo. Un círculo donde las sombras son incapaces de entrar. El Espíritu Santo
actuando en la materia. Aprendo. Cambio. Me siento más cerca del milagro.